La expedición recorrió la isla Gran Malvina, dejó una provisión de agua y un huerto en el paraje que Byron denominó Port Egmont en homenaje al lord del Almirantazgo Británico, conde de Egmont.
La expedición de Byron fue preparada en secreto para evitar una reacción española.
El gobierno británico informó públicamente que la expedición se dirigía a las Indias Orientales.
[8][7] Los españoles descubrieron la ubicación exacta de Puerto Egmont al poco tiempo.
El asentamiento había pasado a ser propiedad de los españoles.
En octubre de 1771 dos barcos españoles devolvieron la artillería y otros efectos que Madariaga se había llevado del asentamiento.
Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los virreyes cuidaron que Puerto Egmont estuviese abandonado y que el Reino Unido no crease otro asentamiento en las islas.
[8] El Reino Unido, alegó años más tarde que se retiró de Puerto Egmont por «razones económicas» y que dejó allí una bandera británica y signos de continuar con su posesión.
Posteriormente el lugar fue utilizado por cazadores de focas, y en 1776, los españoles en una expedición al mando del capitán Juan Pascual Callejas, los desalojaron y enviaron a Buenos Aires la placa dejada por Clayton.
Le llamó la atención una placa de plomo colocada en los restos del fuerte y la arrancó.
Allí descubrió que el lugar era visitado por cazadores de lobos marinos, quienes habían trabajado en la huerta y construido una fragua.
[21] Debido a la guerra entre España y el Reino Unido originada a fines de los años 1770, el virrey del Río de la Plata Juan José de Vértiz y Salcedo siguiendo órdenes provenientes de Madrid envió a Callejas a Puerto Egmont en febrero de 1780 «para que con la mayor precaución y reserva pasase al reconocimiento del Puerto Egmont, y no hallando fuerza superior a la suya, ejecutase cuanto prevenia la anterior Real Orden».
Callejas era en ese momento primer piloto de la Armada Española y comandaba el bergantín Nuestra Señora del Rosario.
[8] Se le costestó en junio del año siguiente que Su Majestad consideraba «peligroso y perjudicial» el abandono de las islas, porque los británicos podían reclamarlas como «cosa pro derelicto habita», siguiendo:[19]
[21][22] El día 25 Callejas desembarcó con su tripulación nuevamente para reconocer en detalle lo que quedaba sin dañar.
[21][22] La placa conservada en Buenos Aires sería capturada por los británicos durante la primera invasión inglesa al Río de la Plata en 1806 y llevada a Londres.
[24] William Carr Beresford encontró la placa en el archivo de la ciudad.