Gayo o Publio Cornelio Tácito [a] (c. 55-c. 120) fue un político e historiador romano de época flavia y antonina.De ahí se ha deducido que son contemporáneos, aunque Tácito debió haber sido algo mayor.[3] Se cree que su familia era de origen ecuestre, pues se lo relaciona con un Cornelio Tácito de esa clase social al que menciona Plinio el Viejo (7.76) como procurador en la Galia Bélgica.El año 93 falleció Agrícola cuando Tácito y su esposa estaban ausentes de la ciudad y como Tácito afirma que la ausencia duró cuatro años,[6] algunos piensan que desempeñaba algún cargo administrativo en provincias, en torno a lo cual se han hecho varias conjeturas carentes de solidez.No se dedicó a la historia hasta después del año 97, cuando la muerte de Domiciano le permitió expresarse sin temor.Por otra parte, en las provincias despierta un sentimiento el poder y ciertas ansias de libertad.Los Anales tienen como título completo Ab Excessu divi Augusti Historiarum Libri (Libros de historias desde la muerte del divino Augusto).En Annales 16 libros cubren 54 años, mientras que los 14 de Historiæ habían servido para historiar solo 27.La obra se acabaría ya en tiempos de Adriano en fecha próxima a la muerte del escritor.De los Anales se conservan los cuatro primeros libros, el principio del quinto, el sexto, con excepción de su comienzo, y luego los libros XI a XVI con lagunas a principio y fin.Como género historiográfico, los Anales se caracterizaban por referirse a hechos alejados del tiempo vivido por su autor.En este sentido, tienen mucho de biografía, ya que el retrato psicológico ocupa un espacio importante en la obra.En la parte final los personajes de Nerón y Agripina compiten por el poder y crean una situación en la que ya no caben hombres como Lucio Anneo Séneca, quien con sus doctrinas estoicas tanto había contribuido a atemperar las conductas del emperador.En la República, una época más agitada, era precisa la elocuencia para hacer carrera política y conseguir apoyos en las actividades públicas.Desde que Roma vive en una larga paz y estabilidad gracias al gobierno de los emperadores, no hacen falta buenos oradores.Siempre está presente su propio pensamiento, por lo que nos aporta un reflejo de sí mismo.43), en el que Tácito, aunque no lo suscriba, se hace eco del rumor según el cual la causa de la muerte de Agrícola había sido un envenenamiento que podía ser atribuido a Domiciano, sirve para completar la imagen perversa del emperador.Una primera parte del librito se dedica al estudio global de los germanos: geografía física, instituciones, vida privada y cotidiana, aspectos militares, etc.Tácito no renuncia a reflejar su visión personal de los germanos y sus relaciones con Roma.Su intención es mostrar cómo entre aquellos se seguían cultivando virtudes que en otro tiempo imperaron en Roma.Tácito ve con simpatía ciertas características de estos pueblos: su primitivismo, proximidad a la naturaleza, pureza y rusticidad.La comparación con la Roma del momento está siempre presente de forma explícita o implícita.Sin embargo, no hay que pensar que el autor profesa una admiración acrítica por los germanos: es consciente de sus defectos principales, como eran la afición a la bebida y el juego, la tendencia a la inactividad en tiempos de paz y la tremenda indisciplina militar.Así, en el capítulo 37, donde se ocupa de los cimbrios, revisa todos los contratiempos que Roma había sufrido por su causa desde los primeros ataques del año 113 a. C. No duda en expresar su admiración por ellos cuando los califica de «pueblo pequeño, pero enorme por su gloria»: el pueblo varias veces derrotado, pero nunca sometido.Aunque, al igual que su modelo, Tucídides, trate de usar sus fuentes con imparcialidad (sine ira et studio / "sin ira ni pasión", Anales, I, 1), su fuerte personalidad acaba imponiéndose, con lo que triunfa la subjetividad.No se decide a escoger entre la antigua noción romana del estado senatorial oligárquico, dirigido por «los mejores», y la idea helenística de un estado regido por un monarca.En numerosas ocasiones parece añorar la vieja república y su concepto de libertad, aunque sus pronunciamientos en este sentido estén camuflados lo necesario para no resultar molestos al régimen imperial.En consecuencia, da gran importancia al retrato, en el que destaca los componentes psicológicos y morales.Siempre trata de crear un clima dramático, para lo que usa las acciones humanas individuales y los hechos producto del azar.[12] Por otra parte, dio origen a una corriente de pensamiento político entre los siglos XVI y XVII, el tacitismo.