Se suele emplear en una gran variedad de preparaciones que van desde el asado a la parrilla (barbacoa), asado al horno, frito, frito rebozado, guisado o en la elaboración de sopas y caldos.
Se puede ver su carne picada convertida en fiambres, hamburguesas y otros productos elaborados (principalmente el corte llamado pechuga, ya que por sí sola posee poco sabor y muy bajo contenido en grasa).
La grasa es un aspecto que depende directamente de la alimentación del animal durante su crecimiento.
[4] El pollo suele incluir poca grasa en la propia carne (gallos castrados excluidos).
[8] Desde entonces, la FDA ha revisado su postura sobre los límites seguros de arsénico inorgánico en la alimentación animal al afirmar que "cualquier nuevo medicamento para animales que contribuya a la carga general de arsénico inorgánico es potencialmente preocupante".
[9] La información obtenida por el Programa Integrado Canadiense de Resistencia a los Antimicrobianos (CIPARS) "indica claramente que la resistencia a la cefalosporina en los seres humanos se está moviendo al mismo ritmo que el uso del medicamento en la producción avícola".
La información obtenida por el Programa Integrado Canadiense de Resistencia a los Antimicrobianos (CIPARS) "indica claramente que la resistencia a la cefalosporina en los seres humanos avanza al mismo ritmo que el uso del medicamento en la producción avícola".
[11] Además, según la FDA, más del 25% del pollo de venta al por menor es resistente a 5 o más clases diferentes de medicamentos para el tratamiento con antibióticos en Estados Unidos.
[12] Se estima que entre el 90 y el 100% del pollo convencional contiene, al menos, una forma de microorganismo resistente a los antibióticos, mientras que en el pollo ecológico se ha detectado una incidencia menor, del 84%.
[15] Los procesos automatizados de alta velocidad en el matadero no están diseñados para eliminar esta contaminación fecal en la pluma y la piel.
En uno o más puntos de la mayoría de los mataderos, se utilizan sprays y baños químicos (por ejemplo, lejía, ácidos, peróxidos, etc.) para enjuagar o matar parcialmente esta contaminación bacteriana.
La contaminación fecal, una vez que se ha producido, especialmente en las diversas membranas entre la piel y el músculo, es imposible de eliminar por completo.