Se destacó por haber estado involucrado en forma directa o indirecta en las fundaciones de numerosas ciudades del actual noroeste argentino.
En 1559, en los Valles Calchaquíes, prendió junto con Julián Sedeño al cacique "Chumbicha", lo que provocó gran temor entre los aborígenes.
Sabían que los indígenas se preparaban para destruirla, disponiéndose al asalto.
En una oportunidad que les fue favorable, regresaron a Santiago del Estero -que estaba en manos de los sublevados- se apoderaron del Cabildo, restablecieron la jurisdicción real, procesaron y ejecutaron a los cabecillas de la rebelión, Heredia y Berzocana.
Una vez rehecho el convoy, le confiaron su conducción a Nicolás Carrizo, quien cumplió con su cometido, no obstante los reiterados enfrentamientos con los naturales.
Sin embargo, este declinó aceptar ese honor debido a su edad.
Aquella provisión ordenaba que Carrizo gobernara hasta tanto la Inquisición resolviera en el proceso abierto contra Francisco de Aguirre.
Una real provisión concedió el título de "Ciudad" a Santiago del Estero.
De modo que le cupo a Nicolás Carrizo el honor de haber actuado al frente del gobierno el mismo año en que se creó ese obispado.
El Capitán Nicolás Carrizo (h), condujo y socorrió gente y bastimentos en el puerto de Buenos Aires cuando el enemigo inglés quiso infestarle, y desde allí con riesgo de su vida pasó a Chile a dar aviso a los superiores de esa gobernación cómo dicho enemigo había pasado a esas partes por el estrecho de Magallanes, consiguiéndose por este medio buenos efectos.