Hernán Mejía de Mirabal (Sevilla, España, 1531 - Sevilla o Madrid, España], 1596) fue uno de los más activos conquistadores castellanos del Tucumán durante la segunda mitad del siglo XVI.
Concluida la reconquista española en la península ibérica, América se presentaba como el escenario ideal para que un hidalgo pobre y educado para la guerra pudiese servir a su rey.
Tras una travesía por aguas del Pacífico hasta Ecuador y de allí en adelante una penosa marcha por tierra, organizó una gran fuerza conformada por cuatrocientos caballeros, quinientos peones y setecientos arcabuceros.
Consecuentemente designó a Juan Núñez de Prado encomendándole tal misión.
Este capitán se avecindaba en el Alto Perú, en la ciudad de Charcas, próxima a Potosí.
La Gasca le encomendó la entrada al Tucumán, a su exclusiva costa, para lo que debió involucrar económicamente su patrimonio.
Quienes llegaron con Núñez de Prado no aceptaron someterse a un lejano gobierno trasandino sino a ser autónomos en su propia jurisdicción, el Tucumán, de la cual entendían que su ciudad debía ser cabecera.
Mientras España peninsular entraba de lleno en el modernismo, en América aún sobrevivían conceptos feudales atomizadores.
Al frente de este alzamiento se encontraba el cacique omaguaca Juan Calchaquí.
En tal carácter le fue encomendado la exploración de los valles próximos a Londres (hoy provincia de Catamarca) buscando el lugar adecuado para establecer una nueva fundación desde la cual contrarrestar el alzamiento indígena.
En estas exploraciones, junto a Julián Sedeño, sostuvo un enfrentamiento con los naturales en el cual logró tomar prisionero al cacique Chumbicha, hermano de Juan Calchaquí.
Cañete se encontraba asentada en el primitivo emplazamiento de El Barco I, pero no perduró, como tampoco perduraron ni Londres ni Córdoba de Calchaquí.
En el trayecto se enfrentó con un grupo de chiriguanos errantes, “yndios chiringuanales que comían carne humana”, como él mismo relataría en 1584, a los que condujo a la ciudad.
Sus representantes le habían encomendado gestionar ante el rey una serie de beneficios, como ser encomiendas por cuatro vidas, mercedes, autorización para comprar negros del Brasil y utilizarlos en lugar de los aborígenes.
También Valdivia lo había pretendido y ahora eran los cabildantes cordobeses quienes lo solicitaban formalmente con el agregado de la "Trapalanda", las tierras patagónicas al sur del paralelo de 35.ºS, que los castellanos nunca pudieron sojuzgar sino nominalmente.
[3] Otras fuentes presumen que ocurrió en Sevilla, a donde marchó para resolver asuntos pendientes, entre ellos su testamento.
Otros creen que falleció en tierra firme, en las costas del Mar Caribe, de regreso al Tucumán.
[5] Hernán Mejía de Mirabal e destacó por su austeridad, valentía, lealtad y obediencia a la autoridad, salvo en la época del arbitrario Lerma, en el que tuvo que emigrar al Perú como otros tantos perseguidos.
Ningún conquistador del Tucumán puede presentar mejor probanza de méritos y servicios que él.
[5] Se destaca su concubinato con una indígena llamada María y luego tuvo un matrimonio formal con una española noble: