Pacheco dispuso que Santiago del Estero y San Miguel de Tucumán contribuyeran en la construcción; envió pobladores, aportó recursos, trajo ganado desde Perú y dominó a los aborígenes de la zona.
En dos ocasiones envió al Alto Perú grandes cantidades de ganado y telas para traer a cambio productos que se necesitaban.
Fueron comisionados para ello Nicolás Carrizo y Luis Chasco, respectivamente, los que fueron acompañados con una fuerte custodia para evitar el ataque de los indígenas.
Y sugirió que con urgencia se designara un juez para poner término a esa detención.
Al ser restituido Francisco de Aguirre en ese cargo, Pacheco abandonó el Tucumán.