Museo de la Trinidad

Su existencia abarcó de 1837 a 1872, año en que fue disuelto y sus fondos adscritos al Museo del Prado.

Al conjunto inicial de pinturas y esculturas se sumaron en 1838 las obras de la colección del infante don Sebastián Gabriel, que le había sido incautada en 1835 en represalia por haberse adherido a la causa carlista.

Estas piezas, ciento setenta y cinco, aportaron variedad en autores y sobre todo en temática al Museo de la Trinidad, ya que las del fondo original, dada su procedencia, eran en su práctica totalidad de asunto religioso.

Aunque desiguales, fueron un importante refuerzo, mostrando además en algunos casos un criterio muy avanzado para la época, pues El Greco por ejemplo, del que el Museo llegó a poseer quince obras,[4]​ no era un pintor demasiado valorado por entonces.

[5]​ En 1854 se realizó un inventario, en el que figuraban mil setecientos treinta y tres cuadros, aunque no pasaba de ser una lista muy sucinta.

Por ello más adelante se encargó al crítico e historiador Gregorio Cruzada Villaamil, que había sido nombrado subdirector del Museo en 1862, que procediera a revisarlo y realizara una catalogación más precisa.

En total se dan por perdidas seiscientas cincuenta y siete, entre las que al menos no había ninguna obra maestra.

El convento de la Trinidad Calzada en el plano de Teixeira de 1656.
La Fuente de la Gracia , del entorno de Jan van Eyck , 1440-1445, procedente del Monasterio de El Parral , Segovia . Tenida entonces por original del maestro, estaba considerada la obra más valiosa de la colección. [ 3 ]