En cualquier paseo, es frecuente la presencia de mariposas como la limonera, la medioluto norteña, el pavo real y otras más raras como la macaón o la podalirio.
Entre ellos las libélulas, saltamontes, grillos, insectos palo, mantis religiosas, chicharras, en definitiva todo tipo de coleópteros y ortópteros.
Emplazada en el pequeño valle del arroyo Valchano, debe su nombre a una elevación montuosa próxima que la documentación medieval registra como Monte ad Boviam, Monte Bove o Monte Boe, topónimo que es tempranamente identificable en una relación ordenada de límites del territorio diocesano bracarense a mediados del siglo VI.
Actualmente, y aun siendo accidente geográfico de cierta entidad, solamente recibe denominaciones parciales, perteneciendo en término a distintas poblaciones.
Este despoblado se encuentra bien localizado, suponiéndose que fue abandonado por razón de algún tipo de catástrofe, por lo que acabó por recibir un sobrenombre alusivo a su abandono, San Martín el yermo.
Su término, o al menos una buena parte del mismo, ha perdurado hasta nuestros días como espacio adehesado, algo atípico en la zona.
En este se bendicen los ramos, que suelen ser de olivo y laurel, en la plaza de la Farola yendo después en procesión hasta el templo donde se celebra la Santa misa.
A las diez de la noche sale la primera procesión: la Dolorosa, que desfila acompañada por sus Damas, que visten riguroso luto negro y siguen al paso de Cristo crucificado.
Los cofrades visten túnica morada con la caperuza del mismo color y un rústico farol metálico.
Termina el jueves con la Hora Santa, tras la procesión ya dentro del templo.
El domingo a las doce y media de la mañana tiene lugar la procesión del Encuentro, en la que salen hombres y mujeres desde el templo, separados en dos procesiones, una formada por los hombres que acompañan al Cristo Resucitado, imagen donada por un devoto en 1987 y recorre algunas calles de la Villa hasta la plaza de la Farola, en la que coincide con la otra procesión compuesta únicamente por mujeres, que acompañan a la Virgen y que ha realizado un recorrido diferente, y en el punto de confluencia tiene lugar el Acto del Encuentro; una vez terminado este se funden las dos procesiones en una sola que sigue hasta la iglesia parroquial.
En 2000, fue recuperado el Rosario de la buena muerte gracias a la Hermandad pro Semana Santa.
Estos, hoy desaparecidos, participaban en la procesión del Corazón de Jesús el primer viernes de junio y en su día grande por excelencia, el día del Corpus Christi.
Los magos llegan en sus carrozas, rodeados por pajes y pastores que les siguen admirados.
Mientras, una escogida banda sonora, adereza el ambiente desde lo alto de la torre templaria.
Su construcción es atribuida a los caballeros templarios, que la edificaron siguiendo un estilo tardorrománico, en la segunda mitad del siglo XIII.
La torre se asienta sobre una base defensiva y ciega, aunque no siempre pudo ser así.
A pesar de las numerosas obras y reformas de la iglesia parroquial, algunas bien datadas e incluso documentadas, se ha interpretado que la torre estuvo flanqueaba, desde un principio, por un edificio religioso anejo, tal y como corroboran los hallazgos más recientes.
Saldremos de la villa y ascenderemos un nivel más en nuestro camino, alcanzando la submeseta carballesa.
A nuestra izquierda saldrá un desvío que nos llevará hasta el pueblo de Valparaíso a cuyos pies llega el embalse del mismo nombre y donde igualmente se podrá disfrutar de un reconfortante baño.
Tras superar la pequeña montuosidad, llegaremos al término de Mombuey entrando por Prao Virón, extensos pastos a uno y otro lado del camino, desde donde ya divisaremos la Villa.
Erigida a la vera de este histórico camino la atalaya templaria sirvió de defensa a peregrinos, arrieros y trashumantes, que por sus pies pasaban, contra bandoleros y contrabandistas.
Los lugares más indicados para la visita en esta antigua Villa son a día de hoy mínimos.
Cuando se reformó la carretera general la mayor parte del caserío local de piedra fue destruido y ocupado.
Gracias a Dios la torre templaría continua en pie y en perfecto estado de conservación después de 800 años, y cuya visión reconfortará la mirada del caminante.
Comenzará la escalada, en un principio menos pronunciada, incluso con bajada, hasta las altas cumbres del Padornelo y la Canda, que con día claro nada más salir de Mombuey podremos divisar a lo lejos.