Dicho asesinato masivo, llevado a cabo por unidades del Ejército de la República Srpska, bajo el mando del general Ratko Mladić, así como por un grupo paramilitar serbio conocido como «Los Escorpiones», se produjo en una zona previamente declarada como «segura» por las Naciones Unidas, ya que en ese momento se encontraba bajo la supuesta protección de 400 cascos azules neerlandeses.
En su sentencia condenatoria del general serbobosnio Radislav Krstić, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (ICTY), calificó los acontecimientos de Srebrenica como un acto de genocidio,[9] ya que este hecho constituye el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
[10] Theodor Meron, el juez que presidió la Cámara, declaró que:[11] Posteriormente, el Tribunal Internacional de Justicia ratificó la sentencia del ICTY y, del mismo modo, calificó los hechos como genocidio.
Sin embargo el reconocimiento internacional no puso fin al problema y estalló una feroz lucha por el control territorial entre los tres grupos mayoritarios de población del país: los bosníacos musulmanes, los serbobosnios ortodoxos y los croatobosnios católicos.
En Bratunac y Zvornik, la población bosnia fue atacada y obligada a huir hacia Srebrenica, que al ser declarada «área segura» multiplicó su población acogiendo a refugiados de zonas cercanas.
Durante estas operaciones, se ha denunciado que las fuerzas bosnias, al mando de Naser Oric, perpetraron importantes matanzas entre la población civil serbia.
Enseguida, el enclave de Srebenica bajo control bosnio quedó reducido a tan sólo 150 km².
Si bien el secretario general de la ONU, Butros Butros-Ghali, había advertido de que serían necesarios 34 000 soldados más para hacer efectiva dicha protección "por la fuerza", la comunidad internacional rehusó aportar tantas tropas y acordó, en su lugar, desplegar 7500 efectivos.
Posteriormente, Kofi Annan declararía que las áreas seguras no eran de hecho: zonas protegidas ni refugios temporales según el derecho internacional humanitario, ni zonas seguras que tuvieran sentido desde el punto de vista militar.
Mientras las fuerzas sitiadas en Srebrenica se desmilitarizaron supervisadas por la ONU, las tropas serbias que les acechaban permanecieron bien armadas y se negaron a cumplir con su parte del acuerdo de desmilitarización de la zona.
Sin embargo, también admitió que los helicópteros del ejército bosnio habían violado el espacio aéreo protegido y que él mismo había enviado ocho helicópteros cargados con munición para la 28.ª División sitiada en la ciudad.
Un grupo de bosnios exigió que el vehículo permaneciese en la zona y les ayudase.
Cuando éstos se negaron, un bosnio arrojó una granada de mano contra el vehículo, causando la muerte del soldado Raviv van Rensen.
Dicha imagen fue difundida por los propios serbios a todos los medios de comunicación mundiales.
Como los autobuses se dirigían al norte, hacia territorio musulmán, varios de los viajes fueron interceptados para ser saqueados y llevarse a los hombres que pudiese haber.
[26] Los serbios mostraron ante las cámaras de televisión cómo los niños y las mujeres eran puestos en autobuses para ser deportados.
Finalmente los querellantes consiguieron establecer en el juicio que estas violaciones habían sido sistemáticas y premeditadas.
Los expedicionarios sospechaban que los matarían si caían en manos serbias en Potočari, y creyeron que tendrían más oportunidades de sobrevivir intentando escapar a través de los bosques en dirección a Tuzla.
Un tercer grupo se dirigió hacia Žepa, posiblemente primero intentando alcanzar Tuzla.
Al parecer, aún existían pequeñas bolsas de resistencia en el enclave anterior.
La gran mayoría del pueblo de Srebrenica que llevó a cabo este peligroso viaje, entre 10 000 y 15 000 personas fueron reportados como desaparecidos.
Muchos civiles se sumaron a las unidades militares espontáneamente durante el viaje.
Milan Gvero, general del VRS describía en una información a la columna como "duros y violentos criminales que no se detendrán ante nada para evitar ser tomados prisioneros y poder escapar a su territorio bosnio".
Algunos de los hombres armados respondieron al fuego y el grupo se dispersó.
El testigo se escondió detrás de un árbol para ver lo que pasaba después.
Algunos sufrían delirios y alucinaciones como consecuencia de la enorme tensión que habían soportado.
Los supervivientes sentían un cierto resentimiento contra la ONU porque no había sido capaz de proteger la "zona segura".
Los principales líderes europeos condenaron la masacre, pero no intervinieron con más tropas para restablecer el enclave seguro decretado por la ONU.
En un primer momento las cancillerías europeas reaccionaron con lentitud sin conseguir ponerse de acuerdo en las medidas a tomar.
Una comisión parlamentaria investigó el caso señalando en su informe como culpable último al entonces presidente del Gobierno Wim Kok.