Por extensión, tras el establecimiento de Yugoslavia, los opositores a esta unión acusaron históricamente a sus defensores de impulsar la imposición del dominio serbio sobre Yugoslavia, relacionando este concepto con el citado en primer lugar.
En la práctica política la idea de la Gran Serbia se considera una motivación más entre las que acabaron causando conflictos bélicos, tales como las Guerras Yugoslavas (1991-2001).
Aunque la idea de una federación de pueblos sudoeslavos ya se encontraba presente en escritos del influyente noble polaco Adam Jerzy Czartoryski (incluida en su soñada confederación polaco-lituana), se considera que el ideal de la Velika Srbija tiene su precedente directo en el informe datado en 1844 del ministro serbio Ilija Garašanin y denominado Načertanije.
Garašanin propone diversos métodos para extender la influencia serbia, especialmente centrados en la propaganda y la interconexión con agitadores pro serbios, con vistas a disponer de una situación favorable cuando el Imperio Otomano finalmente colapsase.
Se ha señalado la alteración posterior del significado y la influencia del “Načertanije”, concretamente en dos sentidos: en primer lugar el anteproyecto, originalmente propagandístico y preocupado por el desmoronamiento del Imperio Otomano, se habría convertido después en un proyecto dirigido a expandir la influencia y el control serbio incluso en tierras que nunca habían sido parte de Serbia.
Desde los años 1850 en adelante la importancia del ideal, todavía sin nombre, fue creciendo entre los políticos serbios.
El título Velijka Srbija/Gran Serbia expresaba en él la consternación del autor ante la posibilidad de una expansión sin las necesarias reformas sociales y culturales, así como ante la posible confrontación con pueblos vecinos como croatas o búlgaros.
Este imaginaba a Serbia y Montenegro, los dos vecinos con parentesco étnico de los territorios austrohúngaros, como el núcleo eslavo alrededor del cual se crearía un gran estado (más amplio que Yugoslavia) que uniría a todos los serbios, así como las áreas de similar procedencia, ya fuese por ser pueblos eslavos o por su coincidencia religiosa.
[2] Esta definición implicaría que amplias áreas de Croacia y Dalmacia, así como Bosnia-Herzegovina, incluyendo territorios habitados por católicos y musulmanes que no tenían conciencia nacional serbia, serían serbios.
A principios de siglo, entre los grupos radical-nacionalistas serbios se incluía la organización terrorista Mano Negra, comandada por el coronel Dragutin Dimitrijević Apis, que había ido tomando una postura cada vez más activa y militante en el asunto del gran estado serbio.
Es ese momento Montenegro ya se había unido a Serbia; los aliados finalmente concedieron Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina.
Del mismo modo, la cartografía serbia propuesta/soñada por Moljević se convirtió en una referencia fundamental para el nacionalismo, perviviendo hasta nuestros días.
Los autores del citado Memorando eran los intelectuales de mayor fuste de la sociedad serbia del momento, entre ellos Pavle Ivić, Antonije Isaković, Dušan Kanazir, Mihailo Marković, Miloš Macura, Dejan Medaković, Miroslav Pantić, Nikola Pantić, Ljubiša Rakić, Radovan Samardžić, Miomir Vukobratović, Vasilije Krestić, Ivan Maksimović, Kosta Mihailović, Stojan Čelić y Nikola Čobelić.
Describía una sistemática discriminación histórica anti-serbia, y culminaba sosteniendo incluso que se estaba produciendo un genocidio entre los serbios residentes en Kosovo.
Más adelante, en 1990, diversas elecciones pusieron en el poder a partidos opuestos al movimiento pan-serbio en Croacia y Eslovenia.
Durante el juicio que se hizo en su contra en el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia, Slobodan Milošević argumentó en su defensa que ningún funcionario de su gobierno (Serbia y Yugoslavia) levantó la bandera de la Gran Serbia mientras estaban en funciones.