Paul von Hindenburg

Como jefe del Estado Mayor del ejército de Alemania, la reputación de Hindenburg se vio fortalecida y junto a su subordinado Erich Ludendorff creó una dictadura militar que dirigió el país de facto durante la contienda, marginando al káiser Guillermo II y al propio Reichstag (Parlamento) alemán.

Disolvió el Reichstag en dos ocasiones en 1932 y finalmente consintió nombrar, bajo presión, a Hitler como canciller de Alemania en 1933.

En febrero de ese año firmó el documento conocido como Decreto del Incendio del Reichstag, el cual suspendió las libertades civiles, y en marzo aprobó la Ley Habilitante de 1933 que le otorgó al régimen nazi poderes arbitrarios.

Hindenburg falleció al año siguiente, tras lo cual Hitler declaró vacante la oficina del presidente y se nombró a sí mismo jefe de Estado.

Hindenburg se retiró del Ejército en 1911, cuando contaba sesenta y tres años de edad, pero tres años más tarde, al comenzar la Primera Guerra Mundial, se reincorporó como comandante en jefe del VIII Ejército, que operaba en el Frente Oriental.

Sin embargo, el partido nazi fue el más votado en el Reichstag, ganando un alto porcentaje de los escaños, y su apoyo resultaba indispensable para que el canciller tuviese un Gobierno fuerte.

El ascenso de Hitler a la cancillería iniciaría el periodo del nazismo como ente político hegemónico.

Se violó así su último deseo, ser enterrado con su esposa (más tarde fueron reunidos en el sepulcro).

Aún se encuentran allí, aunque, por decisión del clero, el sepulcro no cuenta con iluminación.

Paul von Hindenburg fue ciudadano honorario de Berlín, Detmold, Münster, Fráncfort del Meno, Hamburgo, Kassel, Karlsruhe, Coblenza, Lubeca, Núremberg, Potsdam y Zwickau.

Hindenburg, Guillermo II (centro) y Ludendorff estudiando posiciones en un mapa militar.
Hindenburg con un micrófono de radio, enero de 1932.
El primer entierro de Hindenburg en 1934, en el Monumento de Tannenberg . Hitler está hablando en el atril.