Manuel Hedilla

Mecánico de profesión,[1]​ se afilió a Falange en 1934 e inicialmente tuvo un papel secundario en el partido.

[8]​ Allí Hedilla organizó un sindicato autónomo, aunque dos compañeros de empresa le atrajeron a un pequeño partido fascista: Falange.

[22]​ Para suplir su ausencia, el 2 septiembre se constituyó en Valladolid una Junta de Mando Provisional encabezada por Hedilla.

Sin embargo, en la práctica no controlaba a los distintos grupos que por entonces existían en el seno de Falange, y contaba además con la radical oposición de otros líderes falangistas como Agustín Aznar y Sancho Dávila.

[31]​ Sin embargo, esta decisión de mantener vacante la jefatura del partido se revelaría como un error en el futuro.[n.

Todo ello acabó provocando que en el seno del partido se formasen varias facciones.

[35]​ A pesar de este contexto hostil, Hedilla encontró el entusiasta apoyo del embajador de la Alemania nazi, Wilhelm Faupel, cuyos agentes establecieron contactos con las facciones hedillistas.

[36]​ Situación muy diferente era la del embajador de la Italia fascista, Roberto Cantalupo, que veía en Hedilla a alguien mediocre y con escasa formación.

[40]​ Otro de los miembros del triunvirato, Garcerán, también acabó siendo apresado en su domicilio por patrullas hedillistas.

Por un momento pareció que estos se habían logrado imponer en la lucha por el control del partido.

[41]​ En la votación recibió diez votos a favor y cuatro en contra, aunque hubo muchas abstenciones.

[42]​ Fue recibido por Franco en su cuartel general, quien lo felicitó por su victoria e incluso ambos llegaron a aparecer en público.

Hedilla tenía reservado un cargo en la secretaría política del nuevo partido pero, aconsejado por algunos camisas viejas (como Aznar o Pilar Primo de Rivera), no aceptó.

[45]​ En aquella compleja situación, tanto el representante del Partido nazi —Hans Kröger— como el representante del Partido Fascista italiano —Guglielmo Danzi— ofrecieron a Hedilla salvoconductos para huir hacia Alemania e Italia, respectivamente, aunque el líder falangista los rechazó.

[55]​ En 1938, Franco habría manifestado en una ocasión que debió haber fusilado a Manuel Hedilla en su momento.

[56]​ Durante los siguientes años en prisión, Hedilla pasó hambre, privaciones y vejaciones de todo tipo.

En la cárcel, además, compartió cautiverio con presos republicanos e izquierdistas que no mostraron ningún aprecio por el antiguo líder falangista.

[59]​ Tras ser liberado de la prisión, fue confinado en Mallorca hasta que en 1947 recobró la plena libertad.

Otro rasgo que tradicionalmente se ha asociado con Hedilla —en especial, por parte de sus detractores— es haber practicado el culto a la personalidad.

Concentración de falangistas en Zaragoza, octubre de 1936.