La máquina de escribir o maquinilla (en Filipinas,[1] Puerto Rico y la República Dominicana)[2] es un dispositivo mecánico, electromecánico o electrónico, con un conjunto de teclas (llamadas tipos) que, al ser presionadas, imprimen caracteres en un documento, normalmente papel.
Las máquinas de escribir fueron herramientas indispensables en las oficinas de todo el mundo, así como para la literatura, el cine, el periodismo, el teatro y cualquier actividad que requiriera escribir, desde finales del siglo XIX y durante casi todo el siglo XX.
Charles Thurber desarrolló múltiples patentes; la primera —en 1843— se concibió como una ayuda para los ciegos (véase el quirógrafo de 1845 como ejemplo).
[8] En 1864 el austriaco Peter Mitterhofer creó una máquina de escribir que tampoco llegó a comercializarse.
Fue un éxito en Europa, y se sabe que estuvo en uso en oficinas de Londres hasta 1909.
Malling-Hansen desarrolló todavía más su máquina en los años 1870 y 1880, logrando muchas mejoras, pero manteniendo la cabeza de escritura original.
[10][11][12] La primera máquina de escribir con éxito comercial real fue inventada en 1872 por Christopher Sholes,[5] Carlos Glidden y Samuel W. Soulé.
El retroceso del carro se conseguía accionando un pedal similar al de estas.
Esto fue finalmente logrado con diversos diseños mecánicos ingeniosos, y las llamadas «máquinas de escribir visibles» fueron comercializadas hacia 1895.
[5] Aunque las máquinas de escribir eléctricas no lograrían demasiada popularidad hasta casi un siglo después, el diseño básico de las mismas apareció en el Universal Stock Ticker, inventado por Thomas Alva Edison en 1870.
Aunque innovadora, ninguna de estas máquinas llegó a negocios o particulares.
Los mecanismos Selectric fueron incorporados ampliamente en los terminales informáticos de los años 1970, debido a que eran razonablemente rápidos e inmunes a los atascos, podían producir documentos de muy alta calidad respecto a competidores como los teletipos, podían ser movidos por una fuerza mecánica corta y de baja intensidad, no exigían mover una «cesta de tipos» pesada para cambiar entre minúsculas y mayúsculas, y no exigían que el rodillo se moviese lateralmente (lo que habría sido un problema en el caso del papel continuo).
Estos mecanismos tenían diseños «duros» respecto a los empleados en máquinas de escribir comerciales.
Estas cintas podían usarse una sola vez, pero los modelos posteriores usaban un cartucho fácil de reemplazar.
Un efecto secundario de esta tecnología es que el texto mecanografiado en la máquina podía leerse fácilmente en la cinta usada.
[cita requerida] Hoy día se usan programas informáticos y procesadores de texto, para trabajos que en el pasado se hacían en máquina de escribir, como Microsoft Word, iWork Pages, Writer de LibreOffice, WordPerfect, WordStar, Vim, Nano, TextEdit, Bloc de notas, WordPad, Notepad++, etc en el que se usa el teclado para escribir, la pantalla o monitor del equipo para ver lo que se escribe y la impresora para poner en papel el documento.
Sin embargo, los programas informáticos modernos permiten a los usuarios realizar la mayoría de estas tareas.
Durante la época en la que Sholes y sus colegas estuvieron experimentando con su invento, aparentemente fueron probadas otras disposiciones, pero estas están pobremente documentadas.
[20] Esto permitía al usuario teclear realmente más rápido sin sufrir atascos.
Sin embargo, las mismas características que permitían este borrado hacía al papel propenso a los borrones por la fricción normal y la alteración deliberada, haciéndolo inaceptable para la correspondencia comercial, contratos o cualquier uso que requiriese archivo.
Hasta 2005, Barbara Blackburn es la mecanógrafa en lengua inglesa más rápida del mundo, según el Libro Guinness de los récords.
Ello permitió poder acceder a todos los documentos escritos por la máquina mediante la lectura de estas cintas, y con ello, ordenar en antigüedad relativa o por prelación los escritos producidos, así como extraer otros datos de interés para el caso en investigación.
Esto suponía un riesgo importante para los autores disidentes y los productores de samizdat.
[cita requerida] Había algunas máquinas de escribir para partituras musicales cuya operación era compleja.
[25] Cuando Remington empezó a comercializar máquinas de escribir supuso que la máquina no se utilizaría para escribir textos creativos, sino para labores de amanuense, y que serían mecanógrafas quienes las utilizasen.
La pieza aparece en la película de 1963 Lío en los grandes almacenes, protagonizada por el cómico Jerry Lewis.
Otro motivo fue porque en la máquina de escribir no se podía centrar con exactitud o alinear a la derecha, mientras que en el ordenador este problema fue arreglado.
En ninguna máquina de escribir se podía colocar signos diacríticos sobre las vocales en mayúscula (Á, É, Í, Ó, Ú, Ü).
En las máquinas de escribir únicamente existía el guion (-) mientras que el menos (–) y la raya (—) no existían —y estos dos signos tenían que ser reemplazados por el primero—, y los espacios dejados entre los párrafos no siempre era el mismo.
Las computadoras solucionaron casi todos estos problemas que se presentaban en las máquinas de escribir y luego se le añadieron más características, motivo por el cual fueron en parte reemplazadas hasta casi desaparecer.