Pese a su prematura discapacidad, Louis Braille destacó en sus estudios y recibió una beca para el Institut National des Jeunes Aveugles.A finales del siglo XVIII, Francia vivió profundos cambios políticos, sociales y culturales.Hasta ese momento, la única atención que se había dado a las personas con discapacidad visual eran hospicios creados especialmente para ellos.Braille nació en Coupvray, un pequeño pueblo situado a unos 40 kilómetros al este de París.Es posible, pues, que ese carácter afable, cálido, persistente, atento y observador se debiera en gran parte a ese marco familiar que siempre estuvo tan presente en los primeros años de su infancia.Louis recorría esas marcas con sus dedos hasta aprender letras y palabras enteras.A pesar de que inicialmente su aprendizaje fuera mediante transmisión oral, el maestro de la escuela Antonie Bécheret se sorprendió al observar que Louis pudiera poseer una actitud tan predispuesta hacia el aprendizaje.La inflamación acabó por dañar también el ojo izquierdo, provocando una ceguera irreversible debida a una oftalmía simpática.Si dicha inflamación no es tratada a tiempo, la reacción autoinmune que se provoca en el ojo dañado acaba afectando al contralateral pudiendo causar una ceguera irreversible en ambos ojos.A Louis, sin embargo, este sistema le permitió leer muchos de los libros impresos que estaban en la biblioteca del Instituto.[12] Desde su ingreso demostró su capacidad para desarrollarse en distintas áreas como: gramática, retórica, historia, geometría, álgebra y sobre todo música, tanto en teoría como en práctica (aprendió a tocar el órgano, violonchelo y el piano).Solo sus manos permanecieron enterrados en Coupray como un símbolo al sistema de lectura táctil que él inventó.[18] También Haüy ya había tratado de solucionar este problema reproduciendo las letras en altorrelieve, no obstante eso suponía una lenta y complicada tarea.Posiblemente durante el año 1825, los alumnos más avanzados del Instituto que emplearon entusiasmados el sistema ideado por Barbier, comenzaron a reflexionar y discutir acerca de posibles mejorías de ese nuevo sistema.Este interés no consistía solamente en aprender un sistema que les permitiera agilizar su capacidad de lectura y escritura, sino también consistía en mostrar lo que eran capaces de realizar a una sociedad con tantísimos prejuicios frente a la comunidad invidente.El signo braille, compuesto por un máximo de seis puntos, se adapta perfectamente a la yema del dedo y esto produce que la persona lo pueda aprender en su totalidad, transmitido como una imagen al cerebro.[20] Inicialmente el sistema encontró una fuerte oposición e incluso se llegó a prohibirlo durante muchos años en aquel Instituto.Esta argumentación no deja de parecer en muchas ocasiones una excusa para justificar que personas videntes (sobre todo profesores del Instituto) no emplearan su tiempo en aprender un código totalmente distinto de la escritura convencional.De hecho, fueron las personas ciegas las que defendieron e impulsaron el sistema, sin lugar a dudas los más indicados para decidir sobre esta cuestión.Hay muchas anécdotas que han sobrevivido a aquellos años en los cuales se prohibió el sistema.Durante toda su vida se dedicó a dar clases de música y también fue un instrumentista notable.