Había también, y aún existen, máquinas de escribir basadas en el mismo principio.
[1] El sistema utiliza una pequeña rueda con cada letra impresa en altorrelieve, en metal o plástico.
La impresora gira la rueda para alinear la letra adecuada bajo un martillo que la golpea contra el papel, oprimiendo una cinta impregnada en tinta de impresión.
En muchos aspectos, estas impresoras son similares a la máquina de escribir corriente, en la forma en que imprimen, aunque los detalles del mecanismo difieren.
Algunas lo hacían doblando o triplicando el impacto en el carácter que se quería conseguir en negrita, otras mediante control de precisión avanzaban ligeramente el carro para impactar una segunda vez y conseguir así un carácter más ancho y más oscuro, y otras lo que hacían era retornar el carro al principio de la línea y aprovechar, en este caso, la propia imprecisión de la impresora a la hora de impactar en el mismo lugar para conseguir el mismo efecto que una de control de precisión mucho más cara, si bien tenían el inconveniente de que al envejecer la impresora el texto en negrita se volvía más ancho.