Literatura comparada

Ciertamente, la literatura comparada no solo se interesa por la comparación dentro del ámbito literario, sino que también se aplica al estudio de las relaciones entre las literaturas y otros diversos campos, disciplinas y artes y religiones o creencias, así eminentemente artes plásticas, música, filosofía, historia, mitología, o ciencias sociales (por ejemplo, ciencia política, economía, sociología) e incluso ciencias experimentales, etcétera.

[9]​ El hecho es que invenciones ideológicas actualistas han querido intervenir sobre formaciones teóricas axiológicamente muy elaboradas.

En consecuencia, el siglo XXI ha comenzado por verse abocado a una refundación comparatística literaria que, curiosamente, ha debido comenzar por "descubrir" el origen clásico del propio método, recomponer la atención, entre otras cosas, hacia la denominada tradición clásica y replantearse propiamente una teoría de la universalidad con vistas al problema actual de la globalización.

La obra más importante y primera universal es la del referido jesuita español Juan Andrés: Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (Dell'origine, dei progressi e dello stato attuale d'ogni letteratura, 1.ª ed.

[17]​ Hasta cierto punto también es de tener en cuenta la aproximación del italiano Carlo Denina (Discorso sopra le vicende della letteratura, 1760/1784-85, 2.ª ed.

En primer lugar, el nacionalismo literario, consecuencia del romanticismo, fue, al mismo tiempo, impulsor y freno para la existencia de la Literatura comparada, porque, al reivindicar la libertad creativa individual, por un lado, minimizó la relevancia teórica del continuum literario basado en la poética y la retórica clásicas, pero, por otro, propició que desde cada particularismo literario se pudiese establecer una comparación entre ellos en busca de parecidos y diferencias.

[18]​ En segundo lugar, el contexto cultural comparatista (antropología, lingüística comparada, anatomía...) proporcionó la base metodólogica para intentar superar la limitación del estudio literario centrado en textos de una sola lengua o de una única nación-estado.

En síntesis, estos primeros trabajos consistían en exponer cómo se individualizaban en cada literatura europea los temas, motivos, mitos y formas literarias comunes de la cultura europea medieval, insistiendo especialmente en las deudas entre esas literaturas.

En 1849, Benloews pudo titular ya un discurso en la Universidad de Dijon, como "Introduction à l'histoire comparée des littératures", y en 1866 el neozelandés Hutcheson Macaulay Posnett publicó el primer manual de Comparative Literature, aunque su orientación fuese más sociológica y antropológica que literaria.

Seguidamente, constituyen también textos clásicos el estudio de Wilhelm Wetz Shakespeare vom Standpunkte der vergleichenden Literaturgeschichte (1890) y el de Joseph Texte,[22]​ Rousseau et les origines du cosmopolitisme littéraire (1895).

Históricamente, dos son las direcciones predominantes que los estudios comparatistas han seguido desde finales del siglo XIX.

La primera, frecuentada en el ámbito francés, enfatiza el elemento histórico, privilegiando las relaciones directas o causales entre obras y autores, a la coincidencia en géneros, corrientes, estilos, etc.; la segunda, estadounidense, se centra en el elemento teórico, buscando convergencias, y no tanto relaciones, esto es, atiende a la posible poligénesis de las expresiones literarias, sin que haya una relación aparente entre las mismas.

Auerbach analiza en su obra el cambio de perspectiva sobre la realidad desarrollado desde Homero hasta Virginia Woolf.

Curtius, en Literatura europea y Edad Media latina, se propuso descubrir los cimientos de la literatura europea, descomponiéndolos en sus distintas formas: géneros, motivos, fórmulas, etc. y no, como en los otros casos, siguiendo una historia convencionalmente cronológica.

Un texto teórico central para este cambio de perspectiva fue la conferencia de René Wellek, "The Crisis of Comparative Literature" (1958), en la que pedía una mayor atención crítica a los textos y una menor predisposición al positivismo historicista.

Esta es una paradoja más de la circunstancia española e incluso, en este sentido, hispano-italiana, pues a esta tradición correspondió precisamente la constitución del comparatismo literario moderno a finales del siglo XVIII.

Dionisio de Halicarnaso.
Juan Andrés (1740-1817)