Se interesó tras esta experiencia intelectual por la literatura francesa y dedicó sus esfuerzos a hacer comprender la cultura de Francia al mundo alemán.
Entabló amistad con André Gide, Max Scheler, Stefan George, Jean-Paul Sartre, Thomas Mann y otras personalidades artísticas e intelectuales europeas del momento.
Curtius dirigió allí, entre muchas otras, la tesis doctoral de una figura crucial como Herbert Dieckmann.
En 1932, Curtius publicó Deutscher Geist in Gefahr (El espíritu alemán en peligro), panfleto en el cual denunciaba el riesgo en el que se encontraba la intelectualidad alemana, y se manifestó a favor de un nuevo Humanismo en parte elitista, opuesto a los movimientos de extrema izquierda y al Nacionalismo fascista.
Es visible el influjo de Gröber o Warburg, entre otros, pero también del caótico momento que le correspondió vivir a Curtius.
En 1950, fueron publicados sus Ensayos críticos sobre la literatura europea, prologados en Bonn, con referencias por un lado a Virgilio, Goethe, Friedrich Schlegel, Balzac, Emerson, Hofmannsthal, Stefan George, Herman Hesse, T. S. Eliot o Joyce; por otro a Calderón de la Barca, Unamuno, Ortega y Gasset, Jorge Guillén o Ramón Pérez de Ayala.