Ilustrísima me pidió y mandó que le diese, el cual compuso Luis de Miranda, clérigo en aquella tierra».
[4] Publicado recién en 1878; Al romance elegíaco[7][8] le cabe solo un mérito cronológico: ser el más antiguo del Río de la Plata.
Hispanistas y gauchescos no formaron escuelas definidas ni coincidieron siempre en el tiempo; fueron más bien manifestaciones que tácitamente rechazaban la influencia francesa.
Se refiere, claro, a las campañas militares del gobernador y después virrey Cevallos contra los portugueses.
Martín Fierro[17] es un poema narrativo de José Hernández, obra literaria considerada ejemplar del género gauchesco[18] en Argentina y Uruguay.
El poema es, en parte, una protesta en contra de las tendencias europeas y modernas del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento.
Los hombres de esta época, como Lucio V. Mansilla y Miguel Cané, aprovecharon su experiencia europea para fundar, con un criterio argentino, un nuevo ciclo intelectual.
En este contexto, «los ojos están puestos en Europa, pero la Generación del '80 no es europeizante, su acción corrobora el intenso fervor patriótico de aquellos hombres, muy porteños y muy inspirados en lo nacional».
[20] La afición de esta generación no fue solamente la literatura o el periodismo, sino también la política, la diplomacia y la milicia.
Los autores manifestaron objetivos, a través de sus obras, como rescatar el ayer para compararlo con el presente: «Los hombres del 80 ven que desaparece la vieja Buenos Aires, sus tipos humanos, sus costumbres, bajo la fuerza arrolladora del progreso y, al mismo tiempo, sienten la necesidad de recordar su pasado personal».
Influido por la poesía del nicaragüense Rubén Darío, escribió poemarios de elaborada retórica, cuentos y combativos ensayos.
El Grupo Florida tiene entre sus miembros sobre todo a personajes de la élite económica, mientras que el Grupo Boedo se proclama como antivanguardista, más ligados a los problemas sociales y económicos de las clases trabajadoras, influidos por el modelo realista de la literatura rusa, entre los que se destaca Roberto Arlt, aunque nunca se proclamó como perteneciente al Grupo Boedo (ver Café El Japonés).
La polémica Florida-Boedo[22] no es solamente de carácter económico, sino que refleja modos diferentes de concebir la literatura y la escritura; esto incluye las temáticas tratadas, el lenguaje utilizado, la función social que cada grupo le asigna a la literatura y los modelos literarios a seguir.
[25] Por fuera del núcleo fundador del boom florecieron las voces de otros escritores cuya obra comenzó a valorarse a través de los años, algunos con publicaciones anteriores, como Antonio Di Benedetto, y otros posteriores como Sara Gallardo.
En esa década y la siguiente, la vanguardia poética se reagrupa en la revista Poesía Buenos Aires, dirigida por Raúl Gustavo Aguirre.
El poeta Juan Gelman aparece como la figura más destacada de una poesía de tono coloquial, políticamente comprometida, que incluye a Juana Bignozzi y Horacio Salas, mientras Fernando Demaría se destaca por su lirismo íntimamente ligado a la tierra y al paisaje.
Destacan, también, en poesía y narrativa: Rafael Squirru, Manuel Mujica Lainez, Elvira Orphée, Fernando Guibert, María Granata, Joaquín Giannuzzi, Leónidas Lamborghini, Emeterio Cerro, Juan-Jacobo Bajarlía, Alejandra Pizarnik, Abelardo Castillo, Liliana Heker, Celia Paschero,Vicente Battista, Beatriz Guido, Bernardo Kordon, Juan José Manauta, Rodolfo Walsh, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, de muy distintas ideas estéticas, que recorren una gama de estilos que va desde lo social hasta lo existencial y lo fantástico.
Jaime Rest, Beatriz Sarlo, Nicolás Rosa, David Viñas, entre muchos otros, desfilarán por el Centro Editorial dirigiendo colecciones o bien contribuyendo como escritores de fascículos.
Después de la dictadura militar de la historia local (1976-1983), en la narrativa se destacan nombres como los de Daniel Moyano, Ricardo Piglia, Manuel Puig, Hebe Uhart, Antonio Di Benedetto, Juan Martini, César Aira, Juan José Saer, Carlos Catania, Julio Carreras (h), Antonio Dal Masetto, Alan Pauls, Ana María Shua, Rodolfo Fogwill, Pablo Urbanyi, Alicia Steimberg, Luisa Valenzuela, Alberto Laiseca, Osvaldo Soriano, Luisa Futoransky, Jorge Asís, Héctor Tizón, Rodrigo Fresán, Mempo Giardinelli, Alicia Kozameh, Reina Roffé, Cristina Feijóo, Rodolfo Rabanal, Susana Szwarc, Jorge Torres Zavaleta, Juan Carlos Boveri, Leopoldo Brizuela, Salvador Benesdra, Guillermo Martínez y poetas como Celia Gourinski, Arturo Carrera, Néstor Perlongher, Ricardo Zelarrayán, Susana Thénon, Irene Gruss, Cristina Piña, Diana Bellessi, Jorge Aulicino, Javier Adúriz, Ruth Mehl, Santiago Sylvester, Horacio Castillo, María del Carmen Colombo, Rafael Roldán Auzqui, Elsa Bornemann[26] Muchos de estos autores habían comenzado su actividad en los años anteriores a la dictadura; otros aparecen en los ochenta y noventa para reanudar la discusión literaria.
Con compilación y prólogo a cargo del periodista y crítico Maximiliano Tomas, en ese primer corte de autores figuraban algunos nombres que en la actualidad figuran como consagrados: Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Patricio Pron, Pedro Mairal, entre muchos otros.
Entre los autores más relevantes de la actualidad destacan nombres como Selva Almada, Oliverio Coelho, Gabriela Cabezón Cámara, Hernán Ronsino, Daniel Guebel, Carlos Aletto, Luis Sagasti, María Moreno, Roque Larraquy, Ariana Harwicz, Leonardo Oyola, Pablo Katchadjian, Federico Falco, Enzo Maqueira, Fernanda García Lao y Luciano Lamberti.
La pampeana Olga Orozco llevó a cabo una notable producción literaria que le valió numerosos premios.
En cuanto a la literatura infantil, se pueden nombrar las siguientes autoras santafesinas: Alicia Barberis, Marta Coutaz,[31] Analía Giordanino,[32] Ruth Hillar[33] y Cecilia Moscovich.
[35] El catamarqueño Fray Mamerto Esquiú hizo aportes desde el periodismo, mientras en épocas posteriores, su coterráneo Luis Franco produjo notables ensayos.
Mendoza produjo, entre otros notables escritores, a Juan Draghi Lucero, Antonio Di Benedetto, Armando Tejada Gómez o Abelardo Arias.
Juan Ramón Lestani (1904-1952) se destacó en el ensayo y en los estudios sobre la región, al igual que Guido Arnoldo Miranda (1912-1994).
Aledo Meloni (n. 1912), con sus coplas, se coronó como el mejor poeta Chaqueño (A pesar de haber nacido en Buenos Aires).
Mempo Giardinelli (n. 1947) resalta en las letras chaqueñas, al igual que Gustavo Roldán (1935-2012) u Oscar Hermes Villordo (1928-1994).
Un ejemplo es Juan Moreira, (originariamente una novela de Eduardo Gutiérrez) que fue convertida en melodrama gracias a José Podestá en 1886.
Los sainetes dieron pie e inspiraron los dramas más duraderos sobre la vida de las clases trabajadoras escritos por Armando Discépolo.