[2] Una definición profesional moderna ha sido propuesta por el folclorista Timothy R. Tangherlini en 1990 a finales del siglo XX:[3] Contrariamente al mito, que se ocupa de dioses,[5] la leyenda se ocupa de hombres que representan arquetipos (tipos humanos característicos), como el del héroe o el anciano sabio, como se aprecia por las leyendas heroicas griegas y en las artúricas.
[11] El término acaba englobando también a producciones literarias cultas del romanticismo que, aunque se inspiran en tradiciones populares o en motivos característicos de éstas, no son relatos tradicionales.
La teoría antropológica, sustentada por Henri Gaidoz, Wilhelm Mannhardt y Edward Tylor, postula que las leyendas se originaron a partir de pensamientos humanos primitivos, remanentes de religiones y culturas elementales.
Como el mito, la leyenda es etiológica, es decir, tiene como tarea esencial dar fundamento y explicación a una determinada cultura.
Las leyendas se agrupan a menudo en ciclos alrededor de un personaje, como sucede con los ciclos de leyendas en torno al Rey Arturo, Robin Hood, el Cid Campeador o Bernardo del Carpio.
Y algunas veces llegan a integrarse secuencialmente en obras narrativas extensas como epopeyas o novelas.
Casi siempre contienen un núcleo histórico, ampliado en mayor o menor grado con episodios imaginativos.
Las leyendas se pueden clasificar atendiendo a dos criterios o formas: Por su temática: Por su origen: Algunas leyendas pueden llegar a ser clasificadas en más de un grupo, ya que por su temática abordan más de un tema.
Numerosos escritores eclesiásticos compilaron leyendas y tradiciones piadosas en distintas colecciones, la más conocida de las cuales, pero no la única, es el Flos sanctorum.