Antonia Díaz Fernández de Lamarque

Por lo tanto, su irrupción en la esfera literaria se debe principalmente a su empeño autodidacta por aprender, y en gran medida la biblioteca paterna fue la cuna real de su aprendizaje.Así, con el paso del tiempo y con grandes dosis de perspicacia y discreción, Antonia logró abrirse camino en un círculo -el literario- que, por ser eminentemente masculino, se presentaba siempre hostil.De hecho, durante toda su vida renunció siempre a ocupar un primer plano, papel que siempre cedía a su marido, el también poeta José Lamarque de Novoa.La obra poética de Antonia Díaz se enmarca dentro de la denominada “escuela sevillana de poesía”, una corriente literaria que se desarrolló a la sombra de Gustavo Adolfo Bécquer, pero imprimió su particular sello en los grandes poetas sevillanos de las primeras décadas del siglo XX.Entre sus títulos más importantes podemos señalar: Flores marchitas: baladas y leyendas (1877-1882), Poesías líricas (1893), Aves y flores: fabulas morales (1890).