Flos sanctorum

Es una colección de las vidas de los santos que, en su momento, fue muy importante para la cultura católica pero especialmente para la iconografía del arte cristiano, llegando a convertirse en un subgénero biográfico bien definido llamado "el legendario".

Aprovechando su cargo de arzobispo, fue activo en reformas del clero, e intervino para establecer la paz entre güelfos y gibelinos.

Beatificado por Pío VII en 1816, se le reverencia en Liguria como promotor de la paz.

Jacobo de Vorágine comenzó a escribir la Legenda Aurea o Leyenda Dorada en 1250 y continuó haciéndolo hasta 1280.

Legenda Dorada, en sus primeras ediciones, fue titulada como Lombardica Historia, lo que creó a su alrededor una falsa idea de que se trataba de dos obras distintas; esta denominación posiblemente se originó porque De la Vorágine dedicó el larguísimo capítulo CLXXXI, dedicado al papa san Pelagio, a relatar una historia del pueblo lombardo, incluyendo la aparición del profeta Mahoma).

La Leyenda Dorada fue, junto con la Biblia, el libro que más circuló por Europa en la Edad Media.

Aludiendo, como ya se ha citado previamente, al título de la obra, Lombárdica historia.

[3]​ La Leyenda Áurea no puede ser tratada como un documento histórico verídico, confiando en los sucesos que se cuentan en la obra como hechos reales, puesto que Jacobo de la Vorágine no se dedicada a ello, no tenía como objetivo redactar biografía fidedignas, lo que buscaba era escribir libros de devoción para gente común, gente a los cuales ayudaría a conseguir una vida santa por lo que “La leyenda dorada” narra diferentes modelos de vida que son dignos de emular.

Su obra alcanzó tal popularidad y prestigio entre los diferentes artistas que estos, la utilizaron tanto como para pintar, como para esculpir, diferentes escenas durante todo el periodo de la Edad Media, el renacimiento y el barroco.

La obra inspiró a los artistas, para que mediante dichas obras, pudieran difundir la fe.

La tradición más antigua arranca de una compilación del siglo XIV y dio lugar, por un lado, a una versión en que un autor anónimo, probablemente entre los años 1475 y 1480, antepuso al texto narrativo de cada vida la curiosa, a veces estrafalaria, etimología del nombre dando lugar al incunable Flos Sanctorum con sus etimologías y sus derivados.

Algunos legendarios castellanos prefirieron dividir los temas cristológicos y las vidas de santos en dos secciones diferentes.

Esta renovación no se detiene en la de 1516 sino que se extiende al Flos Sanctorum Renacentista de 1580 Filiación hipotética entre los testimonios conservados de la compilación A: el 780 viene primero, después el h-III-22 un poco más acabado, tras este se encuentra 12688 y 12689, h-II-18 con la división en dos partes: lecturas del Señor por un lado y por otro, narraciones hagiográficas y por último: 1516.

[4]​ Tras el Concilio de Trento estas leyendas piadosas quedaron profundamente desacreditadas y tuvieron que someterse a un control histórico más fiel.

Página de la Legenda Aurea