[2] De origen humilde y familia numerosa (tenía cinco hermanos), fue en su juventud ayudante de carpintero, siguiendo en ese oficio a su padre, que era además alfarero.
Allí tuvo por condiscípulo y amigo a Pedro Portocarrero, quien más tarde le protegió.
Por entonces empezó a escribir novelas para una joven dama llamada Serafina, que más tarde sus familiares recogieron y publicaron.
En 1634 ya estaba licenciado y residía en Hellín; se ordenó y fue párroco en la localidad toledana de Lagartera; en 1635 marchó a Valencia; en 1640 se doctoró en Teología en Alcalá.
Dominó las lenguas clásicas, el francés y el italiano y llegó a acumular una biblioteca muy envidiada por sus contemporáneos.