Darley y Pombal comparten en Alejandría un apartamento y el ritual cotidiano de hacerse afeitar por Mnemjian, el barbero que actúa, dada su prodigiosa memoria, como archivo de la ciudad.
Darley se encuentra frecuentemente con su amigo Balthazar, un médico, en el café AI Aktar.
Siempre ve pasar a Melissa, una bailarina griega de Esmirna, con la que más tarde entabla una relación amorosa.
Justine y Darley se conocen cuando ella asiste a su conferencia sobre el viejo poeta urbano alejandrino Cavafis.
Darley y el rico banquero Nessim, esposo de Justine, se hacen amigos.
Justine luego huye Palestina, Nessim se va a Kenia y Darley consigue un trabajo como profesor en el Alto Egipto.
"[12] Luego, habiendo entrado en relación con Melissa, Justine y Nessim, su actitud cambia: "Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes".
[13] El personaje, sin embargo, mantiene una cierta distancia con respecto a sus semejantes: "Si más tarde llegó a conocerme habrá comprendido que para todos los que sienten profundamente y tienen una aguda conciencia del inextricable laberinto del pensamiento humano, sólo hay una respuesta posible: la ternura irónica, el silencio."
Al hacerlo, se entera de su propensión a tener muchos amantes, su compleja sexualidad y su perpetua angustia.
Es caracterizado como con cara pálida y almendrada, la expresión cerrada, retraída, casi suplicante.
"[22] Dice también: "Muchas veces pienso, y nunca sin cierto terror, en el amor de Nessim por Justine.
Sin embargo, un poco de sentido del humor le hubiera evitado un sufrimiento tan espantosamente vasto.
"[23] Melissa ha trabajado en la poco envidiable profesión de modelo en un atelier y luego se desempeña como bailarina.
Cuando Darley la conoce, su vida, como la de él, ha llegado a un punto muerto, los dos están en quiebra.
Melissa lo miró con ojos en los que se acumulaba todo el candor de la experiencia, y repuso suavemente: -Monsieur, je suis devenue la solitude méme [Señor, me he convertido en la soledad misma].
"[25] Ve su naturaleza con claridad: "Gracias a Dios he tenido la suerte de que el amor no me interesara demasiado.
Por lo menos los invertidos escapan a esa horrible lucha en que el uno se entrega al otro.
Cuando un hombre se acuesta con otro hombre, saborea una experiencia y puede conservar en libertad esa parcela del espíritu que se consagra a Platón, a la jardinería o al cálculo diferencial."
Le gusta expresarse mediante aforismos, y eso lo convierte a veces en un oráculo menor.
No hay referencias específicas a fechas, aunque el lector puede construir una cronología aproximada en retrospectiva.
La narración no lineal lleva a que muchos acontecimientos e informaciones se presenten al lector de una forma casi casual.
"[29] George Steiner opina que Durrell "Se sitúa en una gran tradición de la prosa barroca.
En el siglo XVII, Sir Thomas Browne construyó oraciones en arcos elevados e hizo que las palabras sonaran como campanas sonoras.
Al arruinar tu vida en esta parte de la tierra, la has destrozado en todo el universo.
"[42] Afirma Darley: "si yo veía en Justine un ejemplar típico de la ciudad, no pensaba necesariamente en Alejandría o en Plotino, sino en el triste hijo de Valentín, el trigésimo, que cayó “no como Lucifer, por haberse rebelado contra Dios, sino por su deseo demasiado ardiente de unirse a Él.
Mostró su imperfección no como Lucifer, por haberse rebelado contra Dios, sino por su deseo demasiado ardiente de unirse a El.
[50] John Mavrogordato tradujo en 1951 los poemas de Cavafy al inglés, traducción que es elogiada por Durrell en Justine.
Durrell hace muchas referencias al poeta griego alejandrino en la novela y lo presentó a una amplia audiencia en el mundo de habla inglesa.
[54] Justine fue llevada al cine 1969 por el director George Cukor y protagonizada por Anouk Aimée, Dirk Bogarde, Anna Karina, John Vernon, Philippe Noiret, Robert Forster y Michael York, entre otros.
Las personas que vayan al cine para disfrutar de la historia se enfurecerán, y los que tengan alguna familiaridad con la novela de Lawrence Durrell estarán horrorizados”[55] Durrel, Lawrence, The Alexandria Quartet, Faber & Faber, 1968.