Civilización judeocristiana

Civilización judeocristiana o cultura judeocristiana son conceptos polémicos, y relativamente recientes,[1]​[2]​ con los que se pretenden identificar los rasgos esenciales de la cultura o civilización occidental[3]​ con sus fundamentos en judaísmo y cristianismo,[4]​ más allá de sus elementos religiosos (incluso ignorándolos o de forma opuesta, pero nunca del todo ajena a ellos),[5]​ poniéndolos al menos al mismo nivel que sus fundamentos en la civilización o cultura clásica grecorromana.

[2]​ A mediados del siglo XX el concepto se aplicó a los valores familiares y tradicionales del contexto ideológico conservador de Estados Unidos, con un amplio consenso social.

[15]​ También han sido objeto de discusión, en cuanto a su adecuación a la tradición judeocristiana, otros aspectos morales, como la dignidad humana y la posibilidad o no del ejercicio legítimo de la violencia;[16]​ o valores como la justicia social y la compasión por los pobres.

[17]​ Silver Matthew, Our Exodus: Leon Uris and the Americanization of Israel's Founding Story.

Se recogen usos en inglés desde finales del siglo XIX y en los años 1930, destacadamente por George Orwell, y ya en los 1950 por el presidente Eisenhower (Mark Silk, Spiritual Politics: Religion and America Since World War II.).

Conversión de San Pablo en el camino de Damasco , de Caravaggio . Pablo de Tarso , un judío romanizado, integrado en el mundo helenístico, pasa de perseguir a los primeros cristianos ( judeocristianos ) a liderarlos, junto a Pedro , en su expansión inicial. El tópico de la conversión , y su valoración ambivalente, sigue siendo una parte significativa de la cultura judeocristiana.