Esto significa que su lenguaje, códigos y prácticas, narrativas e instituciones delata la lucha entre ambos tipos de valorización moral.
La dicotomía moral amo-esclavo provee la base de toda la exégesis del pensamiento occidental.
La moral de los señores se basa en la fe en sí mismos, el orgullo propio.
Los siervos inventan una moral que haga más llevadera su condición de esclavos.
Es creada en oposición a lo que la moral de amos valora como "bueno".
No aspira a ejercitar la propia voluntad por la supremacía, sino por una cauta subversión.
El contraste bueno/malvado surge cuando los esclavos se vengan convirtiendo los atributos de la supremacía en vicios.
Si los favorecidos (los «buenos») eran poderosos, se decía que los sumisos heredarían la Tierra.
Esta lucha entre la moral de amos y esclavos se repite históricamente.
La esencial lucha entre las culturas siempre ha sido entre los romanos (amos, fuertes) y los judíos (esclavos, débiles).
[6] Afirmó que el emergente movimiento democrático de su tiempo fue esencialmente sumisión y debilidad.