Su participación política en la República le supuso el exilio a México y ser objeto de represión por parte del régimen franquista.
Sus padres, Valentí Bertran i Feliu, teniente coronel de artillería del ejército, y Consol de Quintana i Sastre, tuvieron otros cuatro hijos: Anna, Miquel, Tomás y el propio Josep Maria.
Esta responsabilidad, junto con los beneficios de los negocios que había realizado en México, le proporcionaron suficiente dinero para dedicarse a su verdadera vocación: la política.
De ideas republicanas, progresistas y catalanistas, se relacionó con el Centro de Esquerra Republicana,[8] donde estableció primero contacto y más tarde amistad con Lluís Companys, del que más tarde será secretario.
El éxito de la joven formación se apoyó en dos aspectos: en primer lugar, en poder contar con un líder carismático como era Francesc Macià; y en segundo lugar, el acierto de plantear las elecciones no en clave municipal sino como un plebiscito entre monarquía o república.
La gran derrotada fue Acció Catalana, que no consiguió, a pesar de su prestigio, ningún regidor.
A primera hora de la mañana, se reunió con Lluís Companys, Nicolau Battestini y Amadeu Aragay, entre otros militantes, en la librería Ariel, cuyo propietario era Joan Casanelles, un destacado miembro del grupo del periódico de L’Opinió.
[14] Poco después, se presentó Francesc Macià para reunirse con los miembros del partido.
Las nuevas autoridades, una vez consolidadas, empezaron a trabajar, y el 16 de abril se eligieron tanto al alcalde, Jaume Aiguader,[16] como a los nuevos regidores del Ayuntamiento de Barcelona.
Entre los regidores que prometieron el cargo destacaba Josep M. Bertran de Quintana como representante del distrito II por ERC.
[22] A partir del año 1932, además de dedicarse a la política y a escribir artículos, promovió intensamente el Comitè Català contra la Guerra, del cual sería presidente y cuya sede se encontraba en el Ateneu Enciclopèdic Popular en la calle del Carme, número 30 de Barcelona.
Los masones eran grandes defensores de la paz, aunque los franceses y alemanes tuvieran como primordial objetivo la patria.
Las constantes críticas que recibió provocaron más de un enfrentamiento entre su persona y la publicación, llegando incluso a los tribunales.
Primero, por la influencia que ejercía en el partido la organización separatista Estat Català y sus juventudes; segundo, porque la dirección del partido no lo tuvo en cuenta, como le habían prometido en un principio, como candidato en las elecciones al Congreso de los Diputados que se iban a celebrar en noviembre de 1933.
[36] Empezó con diversas colaboraciones y consta su participación en un acto público realizado en septiembre de 1935.
A partir de 1936, encontramos a Bertran participando activamente en mítines y conferencias del Partit Sindicalista, acentuadas con el estallido de la Guerra Civil y durante los primeros meses del conflicto.
La represión la llevaron a cabo individuos relacionados con el movimiento obrero que, con la primera confusión del levantamiento aprovecharon para ocupar la calle.
De los tres magistrados, el que llevó a cabo la mayor parte del trabajo y le dedicó más tiempo fue Josep Maria Bertran de Quintana, que pronto obtuvo jurisdicción sobre todo el territorio catalán.
Los denunciantes pretendían poder rescatar los restos de sus allegados y trasladarlos al cementerio.
[53] Desde la Generalidad de Cataluña y el Gobierno de la República se realizó una excelente tarea para dilucidar los asesinatos que se habían cometido en su propia retaguardia en los primeros meses del conflicto.
No pudo, a pesar de todo, cumplir plenamente con sus obligaciones, puesto que las tensiones y el estrés acumulado sufrido como juez especial del sumario de los cementerios clandestinos le pasaron factura.
Su salud se resintió y tuvo que ausentarse de sus obligaciones para recuperarse.
En Francia pasó por el pueblo de Saint-Sulpice (Midi-Pyrénées) y, posteriormente, se instaló unos días en Toulouse para tramitar con las autoridades del Consulado español un certificado de nacionalidad que debía ser firmado por el cónsul franquista.
Durante ese tiempo su máxima preocupación fue conseguir recursos económicos, dado que su deteriorado estado de salud le impedía encontrar trabajo.
Fue ingresado otra vez hasta el 2 de marzo y luego las secuelas le obligaron a mantenerse en cama durante una larga temporada.
Ya más recuperado, en 1948, tras conseguir la tarjeta de identificación que le permitía dedicarse a actividades remuneradas por parte de las autoridades mexicanas, pudo desplazarse a Francia para reencontrarse con su mujer, Valentina.
[70] Fundada en 1869, era la única logia catalana activa que estaba bajo los auspicios del Gran Oriente Español de Cataluña, aunque había pasado por dificultades.
Seguidamente, fue decretaba la prisión provisional y penado a reclusión menor con sus accesorias correspondientes.
Se observa cómo durante dos años se solicitaron datos económicos e informes varios a Falange, al cura de su parroquia, a los vecinos, creando de ese modo una fotografía muy completa del que había sido juez.
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