Aunque Casanova y Estrada regresó en marzo de 1897 y había logrado que se abriera el Colegio de Infantes y el Seminario Mayor para fomentar la educación religiosa, su muerte en 1913 propició la elección de un arzobispo plegado a los designios del presidente, Manuel Estrada Cabrera, quien estaba en el poder desde 1898.
[3] Azmitia laboraba como administrador en una reconocida cercevería guatemalteca y se mantenía al margen de cualquier actividad política.
Al día siguiente continuaron con el castigo, pero Azmitia nunca se quejó ni pidió clemencia.
Él mismo lavaba su ropa para que no llegaran manchadas de sangre a su casa.
[7] Durante su permanencia en la cárcel Azmitia asistió a suplicios que le mostraron lo terrible de la administración del presidente Estrada Cabrera.
El presidente lo mandó a llamar al palacio del Ejecutivo y le dijo: «He comprendido que usted es inocente, don José, y respeto su entereza; vaya en paz.» Al salir, los guardias le hicieron un saludo militar y un cuerpo de jóvenes cadetes, que quedaron libres el mismo día, lo acompañaron como una escolta hasta su casa.
[8] A partir de ese momento, Azmitia se dedicó a trabajar con todos aquellos que tenían una queja en contra del presidente[9] y juró no dormir en su cama hasta que Estrada Cabrera saliera del gobierno: durante doce años se acostó sobre un colchón al pie de su cama.
Por primera vez la Iglesia Católica guatemalteca pronunciaba un discurso opuesto a las políticas del presidente.
[b] Tras las primeras conferencias, Azmitia besó la mano del obispo y se puso incondicionalmente a sus órdenes.
[12] Por otra parte, Cobos Batres consiguió entusiasmar a los líderes conservadores Tácito Molina, Eduardo Camacho, Julio Bianchi y Emilio Escamilla quienes junto con Azmitia formaron un partido que se rebelara contra el férreo gobierno de Estrada Cabrera.
[16] Estrada Cabrera se vio obligado a aceptar la oficialización del Partido Unionista, pues había presión política tanto interna como internacional.
[17] Previamente había quedado convenido que Azmitia sería el abanderado durante el primer tercio del trayecto y luego lo serían otros dos prominentes miembros del partido, pero cuando se inició la marcha, recibió un mensaje del partido que le deía: «Chepe, cuídate porque hay tiradores apostados sobre los tejados, con orden de matar al que lleve la bandera».
Para entonces, ya se habían organizado más de ciento cincuenta clubes o filiales del partido en todo el país.
[19] La Asamblea Nacional Legislativa, dirigida entonces por Adrián Vidaurre, quien había sido un alto funcionario durante la mayor parte del gobierno cabrerista, declaró mentalmente incapaz al presidente para gobernar y designó al ciudadano Carlos Herrera y Luna como presidente interino.
[18][20] Por entonces, Azmitia cortejaba a la señora Josefina Gómez Tible, hermana del escritor cabrerista Enrique Gómez Carrillo quien residía en Francia y exesposa de Francisco Sáchez Latour, quien había fungido como embajador de Guatemala en Washington.
Josefina Gómez conocía al nuevo presidente, el general Orellana, y decidió hacer algo para liberar a su pretendiente.
[18] Orellana estaba en su despacho leyendo unos documentos con un pequeño revólver al alcance de la mano; cuando la vio, se echó a reír y le dijo: «Entre Josefinita, mire que bien me cuidan, ha entrado usted como en su casa.
Con toda hidalguía reconocemos que la actual administración presidida por usted, ha hecho, en lo material, obra constructiva.
Dictar las disposiciones pertinentes a fin de que tales garantías tengan plena efectividad.