En las instalaciones se podían contemplar diferentes especies como osos hormigueros, osos pardos, bisontes, antílopes, hipopótamos, pumas, canguros, leones, camellos, jirafas, rinocerontes, orangutanes, avestruces, cebras, hienas y ciervos.
[2] En 2017, diferentes ONG denunciaron el mal estado de los animales, problemas edilicios y abandono.
El primer director fue Eduardo Holmberg, quien fue designado en 1888 y permanecería en su función durante 15 años.
Clemente Onelli fue director desde 1904 a 1924, y su gestión le dio un gran impulso al jardín zoológico.
Era todo un acontecimiento que vivía la población el traslado de los animales hasta la actual Plaza Italia.
Familias enteras ingresaban al zoo por primera vez atraídos por la llegada de estos animales.
Estuvieron allí varios meses permitiendo su entrenamiento y adecuación a las labores que desempeñarían luego en el Continente Blanco.
Esa raza junto a otras tres permitieron el mestizaje que dio nacimiento al Perro Polar Argentino, una raza excepcional que se extinguió en los últimos años del siglo XX.
En la década de los setenta, las instalaciones del jardín Zoológico ya se encontraban obsoletas.
No eran adecuadas para las especies de simios, felinos, hienas, cánidos (dingos, zorros, aguará guazú) y osos, principalmente.
Ese dinero donado era destinado a los arreglos de recintos u otras necesidades.
En 1989, Gerardo Sofovich fue designado por el presidente Carlos Menem como coordinador del zoológico, y duró en el cargo hasta la privatización.
En 1991 la concesión del zoológico fue dada por 20 años a una empresa privada, de la cual Sofovich era accionista.
En 1997 el conjunto edilicio paisajístico —ambiental y artístico— ornamental conformado por el jardín zoológico fue declarado Monumento Histórico Nacional.
La ONG SinZoo denunció que uno falleció por estrés, luego de realizar quince espectáculos en un día, y el otro por hiperingesta tras ser alimentado por la gente.
[12] También se criticó el proyecto oficial que decidía el traslado de los animales del antiguo zoológico a otros destinos aún más precarizados como el zoo de Córdoba, que estaba imputado por maltrato animal.
[15] Inés Sánchez, proteccionista de Proyecto Galgo Argentino, denunció que durante la reconversión a los 1.300 animales que permanecían allí estaban siendo sometidos no solo al horror de tenerlos enjaulados o presos, sino también al estrés sonoro y a la contaminación ambiental de todas las máquinas.
[16] Tras un año de los anuncios, se denunció que los animales permanecían en igual o peor estado.
También indicaron que los veterinarios del viejo Zoo pretendían matar mediante la eutanasia a más de doscientas tortugas, tres búfalas y varias llamas.
En ese tiempo hubo traslados fatales que terminaron con la muerte de todos los animales trasladados; entre ellos, la jirafa Lara enviada a Río Negro, el orangután Max, el yaguareté Tango y parte de los coipos llevados a la reserva Los Robles, en Moreno.
A ellos, se les sumó el deceso, en los meses siguientes, de un oso, un mono, peces carpas del lago Darwin, antílopes, ciervos y, a fines de 2019, la muerte del rinoceronte Gaspar.
Sin embargo, los edificios más del estilo romano se diseñaron y construyeron en la época de Onelli.
Pero este diseño se rechazó, ya que era muy elevado el costo de su construcción.
Se inició así el Proyecto ARCA (Asistencia a la Reproducción y Conservación Animal).