Clemente Onelli

No se parecía al tradicional inmigrante de su época, pues era erudito en variados campos, desde historia natural, pasando por los clásicos, filosofía, y teología.

A partir de 1899 conocería y hasta su muerte en 1924 trabaría especial amistad y colaboración científica con el sabio Christofredo Jakob, al que publicaría numerosos artículos neurobiológicos de nivel internacional en la «Revista del Jardín Zoológico»; ambos veían como natural que esos resultados científicos, obtenidos en la tradición neurobiológica del Hospital Borda con cerebros de los pacientes allí fallecidos y de los animales muertos en el Jardín Zoológico que se comparaban en el Borda, se publicaran en dicha revista en competencia directa con las principales revistas de las instituciones científicas alemanas, francesas y anglófonas.

El criterio era percibirse y hacer ciencia en absoluta igualdad de condiciones con estas.

[2]​[3]​ Al privatizarse el Jardín Zoológico, resultando concesionaria del mismo la empresa "Zoobotánico 2000 S.

", se omitió inventariar la biblioteca, y todo el fondo bibliotecológico simplemente desapareció.

Los pormenores de este periplo patagónico fueron descritos en su libro Trepando Los Andes, publicado en 1904.

Ya fallecido Onelli, su coautor Jakob emprendería otro proyecto bibliográfico también de primer nivel mundial, estructurado sobre un plan similar: los primeros tomos de la Folia Neurobiológica Argentina, que recién pudo comenzar a publicar en 1939 y cuya difusión quedó similarmente opacada por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Francisco Moreno, vislumbró que esa obra podría ser la prueba práctica de su teoría en relación sobre que el límite entre ambos países debía correr por los altos e inamovibles cordones andinos, y no por la divisoria de aguas oceánica, la cual era inestable.

Las tareas debían ser terminadas cuanto antes, pues pasaría por allí la comisión arbitral encargada de fijar el límite binacional.

Onelli supo estar a la altura del desafío, logrando coronar con éxito el cometido, justo una semana antes de que llegue al lugar la comisión arbitral.

Finalmente se resolvió el tema del permiso y la expedición siguió adelante.

La aventura mantuvo en vilo a la sociedad argentina por un buen tiempo; diría Frey: De más está decir que la expedición regresó sin ningún plesiosauro.

La historia tuvo repercusión internacional, llegando a ser comentada en publicaciones como la revista Scientific American.

Onelli creía, más que en el plesiosaurio, en la misma Patagonia y sus posibilidades:

Portón de acceso del Zoológico de Buenos Aires.
Portón de acceso del Zoológico de Buenos Aires.
Revista dirigida por Clemente Onelli entre 1905 y 1922
Caricatura de la búsqueda del plesiosaurio en el sur argentino (publicada en Caras y Caretas , 15 de abril de 1922).
La localidad de Clemente Onelli homenajea en su nombre al sabio ítalo-argentino.