[4] Finalmente, España envió la expedición hacia el territorio mexicano encabezada en 1829 por Isidro Barradas que, procedente de Cuba, llegó a Tampico.
A lo largo del siglo XIX, existieron diversos amagos extranjeros que pusieron en peligro la seguridad nacional y expusieron las debilidades de poder naval con las que México contaba.
No obstante, al poco tiempo la escasa fuerza con la que se había atrincherado Dávila se incrementó a 2000 soldados que España envió de Cuba para desde ahí buscar la reconquista de México.
Este hecho causó mucha preocupación al emperador Agustín de Iturbide, pues no se contaba con navíos para atacar la fortaleza ni con artillería pesada para atacar por tierra, por lo que optó por las negociaciones con los españoles, que aunque no llevaron a ningún acuerdo, sí se vivieron tiempos de paz entre las dos facciones.
[7] Lemaur comenzó a dictar leyes en la fortaleza, lo que iba en contra de la soberanía mexicana, y lo convirtió en un lugar seguro para la vendimia de comerciantes extranjeros.
Desde 1824, Lucas Alamán se hacía a la idea de que México debía apoderarse de Cuba, creyendo que con las fuerzas mexicanas y el apoyo ofrecido por algunas potencias, como Francia e Inglaterra, se lograría aquel plan.
El desembarco comenzó a las 2 de esa tarde, en el lugar que les habían dicho unos huastecos.
Los expedicionarios comenzaron su avance hacia el Puerto de Tampico mientras los barcos eran anclados en el Río Pánuco.
Se dieron varias batallas en los alrededores del Puerto de Tampico.
El general Barradas acordó la capitulación española en el Pueblo Viejo de Tampico, y ratificó la capitulación en Santa Anna de Tampico donde se encontraba su cuartel general.
El presidente Jean-Pierre Boyer, ordenó movilizar a su ejército para ayudar en la empresa mexicana.