Entre los oficiales salvadoreños del ejército en mención, estaban: Carlos Salazar Castro, Máximo Menéndez, Vicente Hueso, entre otros.
Honduras como un estado y organizado, emitió la Ley a favor de la Inmigración en la presidencia del Capitán general José María Medina, ese fue el primer llamado para que los extranjeros llegasen a la nación a establecerse; seguidamente fue el doctor Marco Aurelio Soto quien reformo la república y dio gran importancia al extranjero que deseaba residir en Honduras, debido al capital económico que traería y eso sustentaría su base fundamental de Modernización del Estado; cuando el General Luis Bográn era presidente, se dio otra importancia a los extranjeros que llegaban al territorio nacional, es así que Bográn nombró a Antonio Ramón Vallejo, para que elaborara un Censo general de la República de Honduras mismo que fue levantado un 15 de junio de 1887, en el registraba que los extranjeros en Honduras eran: 185 norteamericanos, 77 españoles, 72 franceses, 1,033 ingleses, 43 alemanes, 4 rusos, 2 suizos, 13 italianos, 4 belgas, 2 daneses, 1 holandés, 1 portugués, 1 brasileño y 1 chino, sin contar los centroamericanos (El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Belice, Costa Rica, Panamá) y otros ciudadanos hispanoamericanos de México y de Colombia,[1] en 1889 el censo poblacional total de Honduras arrojaba la cantidad de 300,000 habitantes dispersos por todo el territorio nacional.
[2] La salvadoreña María Graciela Amaya Barrientos[Nota 1] se establece en Honduras y ejerce como educadora, además de escritora es ferviente activista feminista y luchadora del Feminismo en Honduras movimiento popular por los derechos políticos.
La paz volvió a los dos países los cuales buscarón nuevas formas de evitar otro conflicto.
En la década de los ochenta, otra vez migrantes salvadoreños tuvieron que viajar hacia Honduras, esta vez escapando de la Guerra Civil que se habían declarado el gobierno y la guerrilla del FMLN y sus alianzas armadas.