Fernando de Ávalos

Su bisabuelo, Ruy López Dávalos, fue un noble castellano nacido en Úbeda que llegó a ser Condestable de Castilla.

Martilleadas las fortificaciones hispanoimperiales por la artillería francesa a causa de la negligencia de Cardona, Fabrizio desobedeció sus órdenes y salió para cargar imprudentemente, debiendo al momento ser auxiliado por Fernando, con el resultado que ambos fueron heridos y hechos prisioneros.

Durante su cautiverio, que compartió con Fabrizio y Navarro, compuso una de sus obras poéticas, el Discurso del Amor, en honor a su esposa.

La victoria hispana fue total, aplastando a los asaltantes con un mínimo de bajas (ninguna, según la leyenda), y bicoca entró en el vocabulario español para designar una ganancia fácil.

Mientras Colonna negociaba con los defensores, las tropas de Fernando abrieron una brecha en sus muros, por lo que la ciudad fue invadida y saqueada sin dar más oportunidad a diplomacia, en tal medida que incluso el Papa Adriano VI protestó por el proceder de los imperiales.

La República de Venecia solicitó entonces contratar a Ávalos como condottiero, posición que aceptó, pero el nuevo Papa Clemente VII intercedió para que se contratase en su lugar a Francesco Maria della Rovere, Duque de Urbino.

Cuando Francisco I invadió Italia, Ávalos recibió órdenes de repeler la invasión, y obtuvo pronto un primer triunfo en la batalla del Sesia.

Su influencia sobre las veteranas tropas imperiales se hizo notar en el asedio y posterior Batalla de Pavía.

La táctica de Ávalos fue de notable audacia: tras acostumbrar al enemigo a pequeños ataques nocturnos contra los muros del parque Visconti, llevó una noche a todo el ejército imperial hasta ellos para asaltar el recinto.

Una vez dentro, avanzando en orden oblicuo, rodeó a la potente caballería francesa con una fuerza compuesta de arcabuceros y caballería ligera mientras Lannoy y los demás capitanes libraban sus propias luchas en otras posiciones, logrando todos juntos destruir completamente a los franceses.

La lealtad de Ávalos quedó ratificada, aunque el canciller imperial Mercurino Gattinara, que aún tenía planes para Sforza, consideró sus acciones excesivas.

Poco después de este suceso, Carlos encargó a Ávalos hacerse con el Milanesado y pacificar Lombardía.

[1]​ No dejó descendientes y su título pasó a su sobrino Alfonso de Ávalos y San Severino, marqués del Vasto, también distinguido general imperial, que se convirtió así en VI marqués de Pescara.

Fernando Francesco D'Ávalos, V marqués de Pescara .