Gustavo Gutiérrez (teólogo)

Fue catedrático en las universidades de Míchigan, Cambridge, Montreal, Harvard, Comillas, Berkeley, Lyon, Sao Paulo, Sophia (Tokio), entre otras.

[7]​ En ese marco, sus planteamientos siempre se han mantenido críticos contra las estructuras sociales injustas que perpetúan la pobreza en América Latina y a las posturas clericalistas al interior de la Iglesia.

En 1959 fue ordenado sacerdote en Europa y luego volvió a Perú, en donde fue nombrado párroco en el distrito de Rímac, en Lima.

[4]​ En 1970, durante su etapa como profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú desarrolló el primer curso dedicado a José Carlos Mariátegui, donde tuvo como alumnos a Alberto Flores Galindo, Javier Diez Canseco, Maruja Martínez, entre otros[16]​.

Sin lugar a dudas su vida marcó de forma definitiva su pensamiento teológico.

Gutiérrez cita varias veces el documento conciliar Gaudium et Spes y la encíclica Populorum Progressio.

El teólogo pone énfasis en la dignidad de los pobres al priorizar la gloria que Dios ha puesto en ellos.

Por un lado: "La pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que atenta contra la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios."

Por otro lado, presenta la pobreza como una infancia espiritual, refiriéndose, por supuesto, a las bienaventuranzas de Mateo y Lucas.

Gutiérrez critica en numerosas ocasiones la forma en que otras naciones conciben la situación del tercer mundo, específicamente de América Latina.

[20]​ San Pablo también condena esta situación que se estaba gestando en el seno de la iglesia corinta.

Sin embargo, para muchos otros teólogos parece que reducir el problema de la pobreza a algo totalmente social es bastante simple.

En el artículo Teología y pobreza, Gutiérrez recuerda que dicha opción debe conducir a tres acciones bien definidas.

La historia forma parte fundamental en el pensamiento de Gutiérrez pues, la fe se vive en la historia y todas las conclusiones de la reflexión deben verse reflejadas en la lucha por humanizar a los oprimidos:

La praxis liberadora, entonces, tiene su base en el amor que Dios manifiesta por los hombres y, por otro lado, en el sentido de solidaridad y compañerismo que debería existir en las relaciones interpersonales entre los hijos de Dios.

Es indudable que la realidad social contemporánea al teólogo tiene una importancia vital para el desarrollo de su mensaje.

En el fondo no es sino una expresión del tradicional principio ‘fides quaerens intellectum’.

El verdadero sujeto de esta reflexión es… la iglesia entera con sus diferentes carismas y responsabilidades”.

Las ciencias sociales, y en especial, las herramientas marxistas, han influido grandemente en el pensamiento de Gutiérrez.

La teología de Gutiérrez, como se mencionó anteriormente, realiza un estudio social del medio en el cual será pronunciada.

Sin embargo, Gutiérrez está consciente de que los postulados marxistas contienen pensamientos contrarios a la fe cristiana.

En el artículo “teología y ciencias sociales, Gutiérrez dice al respecto: Esto hace notar que Gutiérrez no está tomando una actitud irresponsable en torno al uso de las herramientas marxistas.

Sin lugar a dudas, dichas consecuencias se vieron en el fuerte compromiso que algunas teologías de la liberación tomaron con algunos movimientos guerrilleros.

Ciertamente, Gutiérrez realiza las advertencias pertinentes, pero estas han sido generalmente ignoradas por parte de teólogos y laicos.

Muchos de ellos se observan en el compromiso desmedido que esta teología tuvo con ciertos movimientos políticos.

Su participación activa durante el tiempo de las revoluciones en América latina ha dejado una mancha imborrable sobre su nombre.

Ya que no fue invitado a una reunión del MSTM (nunca), además de que no estuvo en Córdoba en esos momentos, y sólo estuvo allí muchos años más tarde.

[23]​ Dentro de sus más destacados seguidores se puede citar a los padres Hugo Echegaray y Luis Felipe Zegarra.

Sin duda el pensamiento de Gutiérrez ha marcado, consciente o inconscientemente toda teología latinoamericana.

Sus continuos mensajes sobre la realidad de este mundo trabajan, aun hoy en día, como una reprensión a quienes han olvidado esta importantísima esfera del amor cristiano.

Gutiérrez-Merino en 1988.