[4] Walter Isaacson, biógrafo de muchos genios conocidos, explica que aunque una gran inteligencia puede ser un requisito previo, el rasgo más común que realmente define a un genio puede ser la extraordinaria capacidad de aplicar la creatividad y el pensamiento imaginativo a casi cualquier situación.
[5] El sustantivo (del verbo latín gigno, genui, genitus, "traer a la vida", "crear") está relacionado con ingenio como sinónimo de creatividad.
[6] El artículo Génie de la L'Encyclopédie, atribuido a Denis Diderot en 1757, instaura la diferencia entre «el hombre genial» (del cual se busca estudiar la fisiología y la psicología) y «la producción» literaria o musical que provoca la necesidad de estudiarla.
El psicólogo sueco afirmó que a los veinte años los violinistas del estudio, aunque iban camino de ello, todavía no eran maestros.
También puntualizó que Gladwell no distinguió el tipo de práctica llevado a cabo por los músicos.
[10] En Fuera de serie se discuten también otros elementos azarosos que juegan un papel en la creación del genio, incluyendo el Efecto Mateo de Robert K. Merton (verbigracia, el rico se vuelve más rico).
[11] Por otra parte, muchos genios sufren de trastornos mentales, por ejemplo Vincent van Gogh,[12] Torquato Tasso,[13] Jonathan Swift,[14] John Forbes Nash,[15] Ernest Hemingway.
Junto a su colega Leta Hollingworth, sugieren diferentes puntuaciones para medir el grado de genialidad en términos psicométricos.
En otras palabras, hay quizá, de modo general, una vuelta decreciente al poder mental puro.
Ericsson propone habilidades sociales como ejemplo de otras cualidades que son entonces más relevantes para el éxito o la autorrealización.
En la filosofía de Arthur Schopenhauer, un genio es alguien cuyo intelecto predomina sobre la "voluntad" mucho más que en una persona normal.
Russell rechaza la noción, popular en su tiempo según creía, de que "el genio prevalecerá".
[26][27] Suelen experimentar crisis existenciales, luchando por superar los retos personales para emplear sus habilidades especiales para el bien o sucumbiendo a sus propios defectos y vicios trágicos.
[28][29] Aunque no tan extremos, otros ejemplos de caracterizaciones literarias y fílmicas del estereotipo del genio torturado, en diversos grados, incluyen a: Sherlock Holmes, Wolfgang Amadeus Mozart en Amadeus, el Dr. John Nash en Una mente maravillosa, Leonardo da Vinci en Los demonios de Da Vinci, el Dr. Gregory House en House, Will Hunting en Good Will Hunting y el Dr. Sheldon Cooper en The Big Bang Theory.