En la mitología romana, los genios (en latín genius, plural genii, relacionado con gen-itus, γί-γν-ομαι, ‘generador’ o ‘padre’)[1] eran espíritus protectores, análogos a los ángeles guardianes invocados por la Iglesia de Roma.
[6] Los genios no sólo estaban conectados al hombre, sino a cualquier ser vivo y lugar.
Todavía en Campania y Calabria se conserva la antigua creencia de que mantener una serpiente en casa es propiciatorio, pues está vinculado con el genio.
[14] El lecho nupcial era consagrado al genio, a causa de su relación con la engendración, y la propia cama era llamada lectus genialis.
También se le ofrecían sacrificios en otras ocasiones alegres, y no era raro llamar a la satisfacción de las diversiones genio indulgere, genium curare o placare.
El conjunto total del pueblo romano tenía también su propio genio, que a menudo aparecía representado en monedas de Adriano y Trajano.