Con el tiempo, el estilo llegó a influir en los edificios seculares y se extendió más allá del área donde había florecido el catarismo.Además del establecimiento de la Inquisición medieval, se puso el énfasis en un estilo arquitectónico más austero y despojado.[1][2] El gótico meridional se muestra así como un arte militante, pensado como un arma principal de la Iglesia en su lucha contra la disidencia cátara; vuelve contra este última su sesgo por la austeridad y ofrece a la predica un espacio apropiado.Además, Toulouse entró en el dominio real en 1271, lo que contribuyó a la difusión local del gótico radiante, pero conservando su propia personalidad.El gótico meridional, como su nombre indica, se encuentra en la parte sur de Francia, sobre todo en las zonas donde se había desarrollado el catarismo y que tuvieron que someterse a la represión religiosa y militar llegada del Norte.Los constructores utilizaron técnicas adecuadas a este material, como el arco en mitra típico del «gótico tolosano».Dependiendo del tipo de arcilla utilizado, los ladrillos podían ser moldeados o redondeados por abrasión.Las regiones vecinas localizadas en las que influyó el estilo, pero donde dominaba la piedra, a menudo emplearon el mismo vocabulario arquitectónico.El obispo Fulco de Marsella la concibió como un desafío monumental y espiritual a la disidencia cátara.El arquitecto albigense tuvo la habilidad de colocar los contrafuertes dentro del muro, dándoles al exterior una forma cilíndrica e ignorando la brutalidad de los ángulos agudos evidentes en los jacobinos y puntuando felizmente el plano vertical del muro goterón eliminando cualquier sequedad.Se pueden citar en Toulouse los hôteles particulares, el Colegio Saint-Raymond; en Albi, el palacio de Berbie, etc.