Urbano V

En una primera votación es elegido el cardenal Hugues Roger, hermano de Clemente VI, quien rechaza el nombramiento.

El futuro papa es inmediatamente reclamado para que abandonara Nápoles, donde se encontraba en misión diplomática.

Tras una travesía por mar que le deja en Marsella, llega a Aviñón donde tras ser ordenado obispo es coronado papa el 6 de noviembre.

El objetivo principal de su pontificado fue volver a fijar la sede pontificia en la ciudad de Roma, condición que la Ciudad Eterna había perdido desde que, en 1309, Clemente V la había fijado en Aviñón.

[4]​ Si la Santa Sede quería salvar la unidad de la Iglesia contra las nacientes herejías, y frente al pujante nacionalismo de los Estados europeos que estaban surgiendo, debía retornar a su centro natural e histórico: Roma.

En la Ciudad Eterna unos partidarios políticos suplantaban a sus rivales, sin otras miras que las de saciar su odio irreconciliable y sus egoísmos familiares.

Las ciudades de los Estados pontificios se combatían sin descanso por idénticos o parecidos motivos.

El emperador Carlos IV fue coronado en Roma; y en 1369 logró también un acercamiento con el emperador bizantino Juan V Paleólogo quien, buscando apoyo contra los turcos que amenazaban Constantinopla, se convirtió al catolicismo en una ceremonia de abjuración el 18 de octubre.

Por su mandato, veinticinco frailes menores recorrieron Valdaquia y Lituania; veinticuatro religiosos de la misma Orden fueron a Georgia.

Curiosamente el proceso se abre nuevamente en 1390 por el antipapa de Aviñón, Clemente VII, durante el tiempo del gran cisma.

Grabado de la antigua tumba del papa Urbano V
Retrato póstumo, realizado por Henri Serrur en el siglo XIX