Federico Guillermo I de Brandeburgo

Gustavo Adolfo se convirtio en su héroe favorito y muchos años despúes recordaba aún a su historiógrafo la gran amistad que el rey de Suecia le demostrara en su juventud.

A mayor abundamiento, Federico Guillermo se hallaba dotado de imaginación rica y audaz.

La única cosa de que no hubiera renegado por nada del mundo era su religión, pues, sin ser fanático, era un buen calvinista.

De todos modos precisaba ser prudente, los beligerantes se entregabansin reservas a toda clase de excesos en sus territorios de Cleves, Mark y Brandeburgo; los mercenarios reclutados por Jorge Guillermo habian jurado fidelidad mas bien al emperador que al princípe-elector, y Federico Guillermo no podía contar con ellos para conquistar la corona sueca.

En el palacio, sin terminar, la lluvia se filtraba hasta las habitaciones y sus contornos no eran más que pantanos.

Según algunas informaciones, el sueco sugirió que su señor pensaba atacar Polonia y que el príncipe-elector obtendría buena parte de botín de guerra solo con poner los puertos del Báltico a disposición del cuerpo expedicionario sueco.

Luisa Enriqueta se opuso con vehemencia al proyecto de agresión contra Polonia.

Obtuvo la promesa de plena soberanía sobre Posen y territorios vecinos, pero no sobre Prusia oriental.

En verano de 1656, el elector se puso en marcha hacia Varsovia, para unirse a las tropas aliadas.

Federico Guillermo tenía razón en sentirse nervioso: había logrado organizar un ejército considerable, pero la tropa no conocía la disciplina y los oficiales desconfiaban de su jefe.

"Después, Carlos Gustavo pretendió sacar el mayor partido posible de la victoria, pero Federico Guillermo rehusó seguirlo en tal terreno, prefiriendo consolidar sus propias conquistas.

Von Brandt tenía la misión de detener al coronel y conducirlo fuera de Polonia; y cuando vio a Kalckstein meterse en la boca del lobo, el embajador no daba crédito a sus ojos: la suerte le ofrecía la mejor oportunidad.

Brandt hizo una discreta señal a su criado; luego, en medio de la conversación, las puertas se abrieron y un grupo de soldados del príncipe-elector, ocultos en la embajada, esperando ocasión favo- rable, se abalanzaron.

El ambiente se hizo tan hostil a Von Brandt, que prefirió emprender la fuga.

Aunque dramático, el "asunto Kalckstein" sólo representó un simple episodio en la prolongada lucha de Federico Guillermo contra las representaciones populares en Brandeburgo, Prusia, Cleves y otras regiones sometidas a su autoridad.

[1]​ Durante su reinado, el príncipe-elector se esforzó en aumentar la capacidad fiscal de sus súbditos.

Para desarrollar la agricultura hizo venir técnicos suizos y holandeses, y abrió las puertas a la inmigración judía para estimular la actividad comercial; asimismo, tras la revocación del edicto de Nantes (1685), aceptando en Prusia multitud de hugonotes franceses, que crearon nuevas industrias.

Re- cordando su estancia en Holanda, Federico Guillermo soñaba con ofrendar a su país la supremacía marítima en el Báltico; de ahí sus enérgicas tentativas para conseguir colonias y crear una potente flota de guerra.

Indígenas y holandeses hicieron la vida imposible a los escasos colonos alemanes que allí se establecieron; por último, en 1721, los holandeses se apoderaron de la pequeña colonia africana de Federico Guillermo.

Federico Guillermo justificó la empresa pretendiendo que los españoles le debían aún algunos subsidios.

Retrato doble de Federico Guillermo y Luisa Enriqueta de Orange-Nassau , obra de Gerrit van Honthorst
El monumento en Minden