Después de que el primer hijo, Guillermo Enrique, falleciera cuando tenía dos años y la electora tuviera que soportar una serie de embarazos desafortunados y finalmente nació Carlos Emilio, el tan esperado heredero al trono.
El príncipe se convirtió en un regalo para su padre en todos los aspectos, no solo en términos de sucesión al trono, sino que casi se convirtió en su imagen.
El medio más eficaz de los educadores para domarlo era quitarle la espada al príncipe durante unos días.
Llegó un otoño húmedo y frío, lo que provocó escasez de suministros y problemas higiénicos, lo cual aumento las bajas por enfermedad de las tropas del electorado.
Un chambelán, Dietrich von Buch, escribió en su diario que el príncipe electoral "Asumió su deber con tanta diligencia mañana y noche, visitaba constantemente el campamento, especialmente a los enfermos, conducía a la gente a trabajar en los atrincheramientos él mismo y hacía todo con... mucho celo y buenos modales".