Falsificación (arte)

[2]​ Desde siempre, el ser humano ha sentido fascinación por el arte, hecho que le ha llevado a la adquisición de obras de arte, para su disfrute personal o, desde el crecimiento del mercado artístico en el Renacimiento, como inversión económica.

En tal sentido, una obra de arte falsa puede ser una elaborada como copia de otra original o bien una realizada a imitación del estilo del artista, sin que sea necesariamente una obra real ya existente.

[5]​ La falsificación va ligada a la comercialización del arte, por lo que surgió en las civilizaciones evolucionadas, especialmente la occidental.

[7]​ De cara al descubrimiento e identificación de falsificaciones se emplean numerosas técnicas, desde el análisis estilístico, pasando por la grafología, la espectrografía, la macrofotografía y el microscopio, hasta las técnicas modernas como los rayos X y ultravioletas, la luz infrarroja, el carbono-14 o los análisis químicos.

También cuenta Vasari que el mismo Miguel Ángel esculpió un Cupido dormido que hizo pasar por antigüedad romana, enterrándolo y descubriéndolo luego por casualidad, el cual vendió al cardenal Riario por doscientos ducados.

También Luca Giordano, un célebre pintor con obra propia de gran calidad, pero que también falsificó a artistas como Bassano, Tiziano y Tintoretto.

[10]​ Otros artistas que registraron sus obras fueron Elisabetta Sirani, Marcantonio Franceschini y Carlo Antonio Tavella.

El Romanticismo comportó igualmente la revalorización de artistas del pasado como Lucas Cranach el Viejo, que fue profusamente falsificado, sobre todo por Wolfgang Rohrich.

Entre los artistas de la época más falsificados cabe destacar a Courbet, Millet, Daubigny y Monticelli.

La cena de Emaús , pintada por Han van Meegeren al estilo de Vermeer
La Dame en Bleu , imitación de Picasso por Elmyr de Hory
La tiara de Saitafernes , falsificación comprada en 1896 por el Museo del Louvre
Han van Meegeren , uno de los más famosos falsificadores