Sólo tuvo siete años de vida ya que se disolvió en 1888.
Las diferencias ideológicas y estratégicas surgidas en el seno de la Federación Regional Española condujeron a su disolución en 1881 en cuanto se atisbó la posibilidad de volver a actuar legalmente.
[1] Con ese propósito convocaron una Conferencia Regional Extraordinaria que se celebró del 6 al 9 de febrero de 1881 en Gracia a la que asistieron un delegado por «comarca» y durante la cual se aprobó la destitución de la Comisión —integrada por Anselmo Lorenzo, José García Viñas,[2] Trinidad Soriano, Nacher, y González Morago—, que fue sustituida por una nueva formada por los dirigentes catalanes, más el albañil mallorquín Francisco Tomás Oliver.
[6][7] En el Manifiesto a los trabajadores de la Región Española aprobado en el Congreso se reafirmó el antipoliticismo y el anarcocolectivismo:[8][9] La Comisión Federal se constituyó el 7 de octubre con el grupo internacionalista barcelonés que había tomado la iniciativa para poner fin a la FRE —Josep Llunas i Pujals, Rafael Farga Pellicer y Antoni Pellicer i Paraire— más Francisco Tomás Oliver.
La conflictividad en el campo andaluz pondría a prueba las tensiones y diferencias entre ambos modelos».
[23] En febrero de 1883 el gobierno envió un juez especial a Jerez para que investigara los hechos.
[25] El gobierno apoyado por los propietarios y por la prensa —aunque hubo excepciones como el diario El Liberal— identificó la Mano Negra con la FTRE con un doble propósito, según Clara Lida: «en primer lugar, frenar drásticamente la creciente fuerza de la Internacional en España.
[28] En cuanto al crimen de los venteros, cuatro personas fueron condenadas a muerte, pero no fueron ejecutadas.
Ello no es obstáculo para que pudieran existir pequeñas "maffias" (grupos influenciados por el anarco-comunismo), en las fronteras de la rebeldía secular y de la delincuencia común que, hábilmente explotadas por los órganos del Poder, sirvieron para justificar una represión y una campaña que, pese a sus protestas, quebrantarían en cierto modo a la FTRE».
[34] Sobre la «Mano Negra» el Congreso protestó por la confusión de «nuestra organización pública, legal y revolucionaria, con otras facciones de objetivos censurables» y volvió a rechazar toda solidaridad con quienes organicen «la perpetración de delitos comunes», acordando también «disolver la Federación si no puede actuar tranquilamente en la legalidad».
Los delegados, en su inmensa mayoría catalanes, y el Comité federal decidieron crear la Federación Española de Resistencia al Capital, más conocida con el nombre de «Pacto de Unión y Solidaridad», cuyo propósito era «reunir en una acción común la fuerza resistente del proletariado español para dirigirla contra el capitalismo imperante…».
Para ello se aprobó el «apoyo incondicional a toda huelga promovida por los trabajadores para poner a salvo su dignidad ultrajada o para mejorar sus condiciones de trabajo», aunque se recomendó que las huelgas sólo si hicieran «en condiciones favorables».
La nueva organización, según Tuñón de Lara, «estaba a mitad camino entre el anarquismo y el societarismo».
[36] Según el historiador Carlos Dardé, la FTRE se disolvió en 1888 al imponerse el sector del anarquismo que criticaba la existencia de una organización pública, legal y con una dimensión sindical y que, por el contrario, defendía el «espontaneísmo» —ya que cualquier tipo de organización limitaba la autonomía individual y podía «distraer» a sus componentes del objetivo básico, la revolución, además de propiciar su «aburguesamiento»— y la vía «insurreccionalista» —el levantamiento de los trabajadores pondría fin a la sociedad capitalista—.
Al triunfo de la tendencia «espontaneísta» e «insurreccionalista» contribuyó la brutal represión que desató el gobierno sobre los anarquistas andaluces a raíz de los asesinatos y robos atribuidos a la Mano Negra en 1883, una misteriosa y supuesta organización anarquista clandestina que no tenía nada que ver con la FTRE.