Este ácido no daña al estómago porque el órgano produce una sustancia mucosa que lo protege de la acción del ácido clorhídrico; sin embargo, este mucus protector no es producido por el esófago,[1] la faringe o la boca.
Cuando el esófago está constantemente irritado por el ácido del estómago, se presentan los síntomas del reflujo gastroesofágico: agruras (pirosis), tos crónica (que dura más de un mes), falta de aire (a causa de un broncoespasmo), dificultad para tragar (disfagia) y en los casos más graves, dolor al tragar (odinofagia) o dolor en el pecho que se puede extender al cuello y la mandíbula; este dolor se debe a inflamación del esófago por lo que el reflujo es considerado una enfermedad crónica degenerativa, aumentando su sintomatología con el paso de los años (esofagitis)[2] y puede ser fácilmente confundido con un infarto de corazón.
[cita requerida] Las relajaciones transitorias del esfínter esofágico inferior son el principal mecanismo causante de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
[cita requerida] El contenido gástrico es de pH ácido por lo cual produce la sensación de ardor epigástrico detrás del pecho (pirosis) y si llega a la garganta o boca, tiene un sabor ácido y amargo, síntoma que se denomina regurgitación.
Aunque ocurre la peristalsis, la onda generada es ineficaz debido a la amplitud disminuida de las ondas peristálticas secundarias.
[4] Otras lesiones asociadas indirectamente son la aspiración pulmonar, la tos crónica, y la laringitis.
La pirosis es el síntoma más frecuente, pudiendo aparecer también regurgitación, dolor torácico o disfagia.
La odinofagia (dolor con la deglución) es un síntoma raro en esta enfermedad y si es importante se debe sospechar la existencia de una erosión o una úlcera esofágica.
Las manifestaciones en el aparato respiratorio pueden deberse a aspiraciones directas del contenido refluido hacia el árbol respiratorio o a reflejos de broncoespasmo desencadenados por la presencia del ácido en el esófago, vía nervio vago.
Su sintomatología podría compararse con la de una enfermedad crónica debido a que es una afección sin una cura a largo plazo o posible, y degenerativa por la esofagitis, pérdida de peso, vómitos; si no se controla se puede desarrollar cáncer.
[7][8] Ciertas enfermedades pueden provocar reflujo gastroesofágico, tales como la enfermedad celíaca sin tratamiento y la esclerosis sistémica.
[7][16][17][18] Por lo tanto, en los niños estas medicaciones se deben evitar o usar con precaución, y solamente después de que otras medidas no farmacológicas hayan fracasado.
Hay preocupaciones debido a la inconsistencia de los datos y la posible influencia farmacéutica en varios estudios.
Los pacientes refractarios a este tratamiento son malos candidatos para esta cirugía.
Lo que se buscaba era fijar el hiato esofágico al EEI, pero la efectividad de la cirugía no tenía buen pronóstico.