En 1482, Erhard Ratdolt realizó en Venecia la primera impresión latina de la obra.
Aún hoy se utiliza por algunos educadores como introducción básica de la geometría.
Entre estas proposiciones se encuentra la primera demostración general conocida[3] del teorema de Pitágoras.
Estos principios básicos reflejan el interés de Euclides por la geometría constructiva, al igual que los matemáticos griegos y helenísticos contemporáneos.
Francisco Vera, en el volumen I de sus Científicos Griegos (Madrid, 1970) publicó la obra de Euclides con todos sus libros del I al XIII por primera vez en castellano; pero en esa edición, sobre todo en el libro X, se abrevian mucho las demostraciones o se sustituyen por otras más modernas, por lo que no es propiamente una traducción del texto íntegro de Euclides.
Los Elementos siguen considerándose una obra maestra en la aplicación de la lógica a las matemáticas.
En el contexto histórico, ha demostrado ser enormemente influyente en muchas áreas de la ciencia.
[10][11] Matemáticos y filósofos, como Thomas Hobbes, Baruch Spinoza, Alfred North Whitehead y Bertrand Russell intentaron crear sus propios "Elementos" fundacionales para sus respectivas disciplinas, adoptando las estructuras deductivas axiomatizadas que introdujo la obra de Euclides.
[12][13] Edna Saint Vincent Millay escribió en su soneto "Solo Euclides ha mirado la Belleza desnuda": "¡Oh hora cegadora, oh santo, terrible día, cuando por primera vez el astil en su visión brilló de luz anatomizada!".
Albert Einstein recordaba un ejemplar de los Elementos y una brújula magnética como dos regalos que tuvieron una gran influencia en él cuando era niño, refiriéndose al Euclides como el "pequeño libro sagrado de geometría" cuya comprensión sintética fue una de las mayores satisfacciones que tuvo en su adolescencia.