Se realizaron al mismo tiempo que las elecciones presidenciales y legislativas a nivel nacional.[1][2] Al igual que a nivel nacional, el peronismo tenía una elevada expectativa de triunfo y dada su tradicional hegemonía, se esperaba que Franco ganara las elecciones, aunque por un margen más estrecho de lo habitual.En Río Negro se dio este caso, siendo depuesto el gobernador constitucional Mario Franco y reemplazado brevemente por Néstor Rubén Castelli como interventor de facto.[1] En el radicalismo, la competencia comenzó cuando el exdiputado Osvaldo Álvarez Guerrero anunció su precandidatura a finales del año 1982, por medio del Movimiento de Renovación y Cambio (MRC), que a nivel nacional encabezaba Raúl Alfonsín.Un cuarto candidato que se barajó originalmente fue Norberto Blanes, ministro de Economía durante el régimen militar que ya había sido candidato en 1973, ubicándose en el tercer puesto, aunque su postulación se descartó debido a la impopularidad creciente de los políticos relacionados con la dictadura.Franco pudo presentarse luego de lograr un indulto a su favor, habiendo permanecido inhabilitado durante el régimen militar.Álvarez Guerrero mantuvo un discurso centrado no solo en el cambio político, sino también en el cambio económico y social, centrándose mayormente en criticar a la administración de facto saliente e intentar relacionar a sus oponentes electorales con el pasado autoritario, a la vez que desligaba al radicalismo de ese pasado, siendo que su principal eslogan publicitario fue «Tenemos las manos limpias», surgido de un gesto que tuvo durante un acto al principio de la campaña.[5] Esencialmente defendió un modelo estatista que buscara integrar los mercados de las diversas regiones provinciales.[1] El creciente triunfalismo del peronismo condujo a que Franco limitara su retórica, en el mismo sentido de lo ocurrido a nivel nacional con la candidatura de Ítalo Luder.Además, Franco se había reunido en numerosas ocasiones con el interventor San Juan para gestionar el indulto que le permitió presentarse a los comicios y este había llamado públicamente a que este se realizara para evitar una «ventaja injusta» para «ciertos candidatos», haciendo referencia directa a Álvarez Guerrero.La polarización bipartidista, que con un 89,60% en Río Negro fue solo ligeramente inferior a la registrada en las elecciones nacionales, destruyó las expectativas de los terceros partidos.La tercera fuerza fue el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que postulaba a Eduardo Bagli para la gobernación y obtuvo el 2,35% de los votos (34,56 puntos por debajo del justicialismo), siendo sin embargo uno de sus mejores resultados con respecto al 0,31% que obtuviera en las elecciones nacionales.[1][4] Los demás partidos no superaron los dos puntos porcentuales, sumando juntos el 3,73% restante.Álvarez Guerrero derrotó al justicialismo incluso en la ciudad natal de Franco, Villa Regina, donde la UCR también obtuvo la intendencia y la mayoría en el Concejo Deliberante.El candidato radical triunfó en diez departamentos, a saber: Adolfo Alsina, Avellaneda, Bariloche, General Roca, Nueve de Julio, Pichi Mahuida, Pilcaniyeu, San Antonio, Valcheta, y Veinticinco de Mayo; mientras que Franco solo consiguió imponerse al radicalismo en Conesa (donde había perdido ante el Partido Provincial Rionegrino diez años atrás), El Cuy, y Ñorquincó.
Álvarez Guerrero celebra su victoria con sus partidarios la noche del 30 de octubre de 1983.