El radicalismo reconoce como herencia común, el legado político y moral de Leandro Alem, expresado en su lucha intransigente contra lo que denominaba «el régimen», conocido también como roquismo, un sistema de gobierno elitista y fraudulento de cuasi partido único fundado en el «voto cantado», que permitió que el Partido Autonomista Nacional (PAN) se mantuviera en el poder sin alternancia durante 42 años.
Con posterioridad a 1916, año en que el candidato radical Hipólito Yrigoyen fue elegido presidente de la Nación en elecciones realizadas con voto secreto masculino, algunos sectores del radicalismo se identificaron con posturas conservadoras o realizaron alianzas con los conservadores.
Sin embargo, al igual de lo que sucedió con los conservadores, varias fuerzas y políticos radicales, integraron o formaron alianzas con el peronismo: Tanto Juan D. Perón como Cristina Fernández de Kirchner tuvieron vicepresidentes radicales, a la vez que Perón y el presidente radical Arturo Frondizi mantuvieron una larga política de alianzas.
En 1924 aparece la Unión Cívica Radical Antipersonalista (1924-1940), como respuesta al liderazgo personalista y vertical de Hipólito Yrigoyen.
La última división de la UCR se dio en 1956, cuando el partido se partió en dos tras no poder llegar a un acuerdo sobre la nominación de candidatos, dando lugar a la Unión Cívica Radical del Pueblo (1957-1971) y la Unión Cívica Radical Intransigente (1957-1971).