El Descendimiento (Gregorio Fernández)

[3]​ La cofradía sin embargo no estaba obligada a pagar al artista un valor determinado por cada talla sino el precio que estableciese el platero Francisco Díez, quien fungía en virtud del contrato como tasador y debía estimar el valor en función de las esculturas entregadas por Fernández hacia 1619 para el grupo procesional del Azotamiento del Señor: Fernández entregó todas las piezas ensambladas (las tallas, una cruz y dos escaleras) en los tres días previos a la Cuaresma de 1624, gracias a lo cual el paso pudo procesionar el 27 de marzo de 1625 cargado por casi sesenta costaleros en la llamada procesión del «Jueves de la Cena» (con base en esto se deduce que la obra debió policromarse al poco de su terminación).

Fernández nunca llegaría a recibir el pago total por este grupo escultórico, ya que en el testamento redactado por su viuda María Pérez en 1661 queda plasmado que la cofradía seguía debiendo casi mil ducados por el conjunto, mientras que en 1667 la deuda volvió a ser reclamada en otro proceso judicial emprendido por Juan Rodríguez Gavilanes, comerciante de lencería y cuarto esposo de Damiana, hija y heredera de Fernández.

[8]​ En 1967 el conjunto fue restaurado por Juan García Yúdez y Joaquín Cruz Solís debido a su grave estado de deterioro.

Igualmente se procedió a tapar las oquedades presentes en cabeza, espalda, pies y manos, repasándose a su vez el cromatismo de algunas zonas como los muslos, las rodillas, los pies, las manos y el brazo derecho, el cual se hallaba mal encolado y presentaba una abertura superior a dos centímetros cubierta con una capa de escayola y fijada por una pletina, lo que provocaba que la extremidad no se encontrase en su pose original.

En términos generales la imagen se encontraba muy oscurecida debido a la oxidación del óleo de la pintura y contenía numerosos repintes, estando la policromía levantada en algunas áreas como los pies, las manos, las rodillas, los muslos y el vientre, con la reintegración cromátida ejecutada mediante la técnica del temple al huevo.

[14]​ En lo tocante a la figura de Nicodemo, tanto la parte derecha del tronco como el hombro y tres dedos de la mano de este lado tuvieron que ser reconstruidos, retirándose a mayores del cuello los alambres, chapas y telas que mantenían sujeta la cabeza.

La talla presentaba la ausencia de fragmentos en los ropajes (incluido el turbante) y mostraba un deterioro en el pie izquierdo causado por una mala posición de la figura que provocaba que el tornillo que la une a la escalera ejerciese gran presión sobre la madera, procediéndose en consecuencia a reforzar la pierna.

[1]​ La obra se caracteriza por una marcada composición diagonal si es vista de frente, elemento muy del estilo barroco, adquiriendo la forma de un triángulo rectángulo si se ve desde un lateral.

[1]​ Cristo aparece ya muerto mientras es bajado de la cruz tras haber sido ambas manos desclavadas.

La imagen, único crucificado tallado por Fernández íntegramente a nivel anatómico, es naturalista y se caracteriza por su gran patetismo, pudiendo apreciarse la estructura del cuerpo, totalmente desnudo (los genitales levemente insinuados) salvo por el paño de pureza, de tela al igual que el sudario que sostiene a Cristo por las axilas.

La talla luce ojos entreabiertos, barba, bigote y un cabello ondulado entre cuyos mechones se divisa la oreja izquierda.

Luce barba larga de espesos rizos y aparece encorbado por encima del travesaño.

Su indumentaria, propia del siglo xvii, se compone de un sayo largo en color bermellón con botonadura frontal y envés amarillo, mangas holgadas desde el hombro hasta el codo y ajustadas en el antebrazo con tres botones en los puños, calzón marrón, botas del mismo color y un turbante blanco con franjas de color oscuro.

[3]​ Por su parte, los ojos que luce en la actualidad fueron colocados probablemente en el siglo XVIII con motivo de una restauración; es posible que esta sea la intervención que, según Matías Sangrador y Vitores, resultó perjudicial para la imagen: Con carnaciones a pulimento, viste túnica bermellón, manto azul, un velo grisáceo y, sobre este, otro de color marfil.

[20]​: 30  Por su parte, la imagen que la sustituye es de una calidad notablemente inferior y se limita a cumplir con su función procesional.

Creado en 2002, este paso reemplaza a otro similar cuyo sistema de elevación, más complejo, se realizaba mediante cuatro cremalleras dispuestas en las esquinas.

Portado por catorce cofrades, se exhibe montado y sin elevar durante todo el año en su propia capilla en la iglesia de la Santa Vera Cruz.

Talla de la Dolorosa . Esta imagen fue elaborada por Pedro León Sedano para reemplazar a la original.
Tarjeta postal de la década de 1930.
Talla de Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz .