[1] Fue un hombre activo, emprendedor y profundamente preocupado por los problemas que afectaban a la sociedad española de la época.
Durante sus 22 años de episcopado, Gandásegui desarrolló una labor destacada a escala nacional y diocesana, procurando la re-cristianización social por medio del desarrollo del fasto religioso, la potenciación de la obra social de la Iglesia y la defensa política de los intereses eclesiásticos.
[2] A su regreso, sano y con buen aspecto, fue recibido con sorpresa por sus feligreses, pues la prensa nacionalista publicó que había sido torturado e incluso «asesinado por los rojos vascos separatistas» (llegándose a celebrar misas fúnebres en su memoria).
Monseñor Gandásegui afirmó, por el contrario, haber sido tratado respetuosamente, lo que le valió el mote de el obispo rojo por parte de sectores reaccionarios.
Desde entonces, milicias requetés custodiaron su persona por temor a represalias.