Parece ser que inicialmente el conjunto fue concebido como una obra de mayor tamaño que con posterioridad se acabaría completando ya que resulta altamente improbable que se considerase suficiente un paso conformado tan solo por tres imágenes cuando en Valladolid había grupos escultóricos procesionales integrados por numerosas figuras, como La Elevación de la Cruz, obra realizada por Francisco del Rincón entre 1604 y 1606 para la Cofradía Penitencial de la Sagrada Pasión de Cristo.
[1] A mayores, la documentación conservada relativa a grupos procesionales de la época permite confirmar que los escultores elaboraban dibujos y bocetos en barro a pequeña escala destinados a ser examinados y aprobados por los clientes, siendo probable que este proceso se diese también en este caso y que en principio Fernández hiciese entrega de las tres primeras imágenes con la intención de completar el conjunto en cuanto las donaciones así lo permitiesen.
[1] Según la documentación conservada parece ser que la hermandad no fue forzada a entregar al convento los tres sayones restantes; existe la certeza absoluta de que las figuras se hallaban en poder de la cofradía para 1699, momento en que fueron sometidas a una intervención consistente en reintegrar diferentes fragmentos y aplicar una nueva encarnadura, labor ejecutada por el pintor José Díez de Prado.
[1] Hay constancia de que en 1842 fueron retiradas del templo las imágenes de ocho sayones para su traslado al Museo Nacional de Escultura; pese a no especificarse qué sayones eran, generalmente se asume que esos ocho eran los cinco sayones del paso Sed Tengo y los tres del grupo Santísimo Cristo Despojado, conservándose a día de hoy el paso íntegramente en el museo, entidad que logró rearmar el grupo con todas las imágenes originales desde su desintegración en 1684.
[3] Al tener su origen en una hermandad dedicada a Jesús Nazareno no resulta extraño que los únicos acompañantes del crucificado sean sus ejecutores, lo que por otro lado contradice la ingente cantidad de obras artísticas en las cuales figuran María y San Juan a los pies de la cruz.
En el desfile procesional que se realizaba antiguamente el Viernes Santo por la noche, la imagen titular de la cofradía, Nuestro Padre Jesús Nazareno, era acompañada únicamente por los pasos Sed Tengo y Santísimo Cristo Despojado, este último similar a Sed Tengo ya que en él Jesús figuraba junto con cuatro sayones y sin imágenes representativas de la Virgen o San Juan (la devoción se concentraba tan solo en la talla titular y los dos grupos procesionales que desfilaban con ella, complementado todo con la vestimenta de los cofrades).
Respecto a la cronología de la obra, a pesar de que Fernández ya había elaborado con anterioridad alguna que otra pieza procesional, como por ejemplo el conjunto San Martín y el pobre, creado en 1606 y conservado en el Museo Diocesano y Catedralicio de Valladolid, es sin embargo la entrega del paso Sed Tengo en 1612 la primera constancia documental de una obra del escultor destinada a procesionar en Semana Santa.
En cuanto a su anatomía, el verdugo, de rasgos un tanto grotescos, exhibe una nariz aguileña, boca abierta en señal de cansancio por el esfuerzo realizado, y tensión en el brazo derecho y los músculos faciales, mientras que en lo relativo a la vestimenta luce prendas propias del siglo xvii: gorro de color bermellón con borde blanco de doble vuelta y con perfil recortado, jubón verde oscuro y por debajo un chaleco del mismo tono que el gorro ceñido con un pequeño cinturón, calzón en color oliva con acuchillado a través del cual se aprecia tela en ocre, y botas altas y ajustadas de color marrón.
[1] Anteriormente considerado como uno de los mejores verdugos tallados por Fernández,[2] este sayón, emplazado a la diestra del crucificado, acerca a Jesús, en la punta de una caña, una esponja empapada en vinagre y hiel, elemento que identifica este episodio con la quinta palabra dicha por Cristo en la cruz.
Con unas medidas de 234 × 72 × 96 cm contando la caña, el rostro, de buena factura, posee un modelado blando y facciones grotescas, con la nariz aguileña, ceño fruncido, perilla y bigote con las puntas dobladas hacia arriba.
[1] Conocido también como Sayón del caldero, figura con la pierna izquierda hacia delante y portando una lanza en la mano derecha la cual levanta en dirección al crucificado, sujetando al mismo tiempo con la mano izquierda un caldero lleno del vinagre con el que está empapada la esponja.
Posee un vistoso bigote y luce calzón turquesa con acuchillado hasta las rodillas, camisa blanca, jubón naranja de manga larga ceñido con un cinturón, hombreras de gran tamaño y botas que cubren hasta la pantorrilla.
[1] Esta imagen, la más expresiva del grupo junto con el Sayón de la esponja, está probablemente basada en un grabado sobre el episodio evangélico del Camino del Calvario realizado por Johan Sadeler puesto que en el mismo figura en primer término un verdugo con la misma clase de gorro y en una pose parecida.