En los años posteriores, el conjunto conventual se amplió con la compra de numerosas propiedades en sus alrededores, reflejo de la pujanza del convento y que mantuvo hasta el siglo XIX.
En 1814 se retoma la vida conventual con tan solo cuatro monjes.
Desde principios del siglo XX, la iglesia se mantuvo en un estado de ruina.
La arquería se recuperó tras la restauración de la iglesia, como un elemento arquitectónico adosado a la fachada.
Entre los años 2000 y 2002 se realizaron catas arqueológicas en los alrededores del templo, y en el año 2002 se llevó a cabo su rehabilitación con la intención de que sirviese de sede del Archivo Municipal.