A partir del siglo X la serie episcopal se hizo más continua y completa.
El emperador Otón I otorgó al obispo Adalgiso un diploma que definía los derechos jurisdiccionales del episcopado sobre la ciudad y el campo de Acquese; este privilegio fue repetido al obispo Benedetto en 978, a quien se le concedió jurisdicción sobre la ciudad y el territorio circundante en un radio de tres millas, y al obispo Primo en 996, con la adición de algunos castillos e iglesias parroquiales.
[2] En este mismo período se encuentran las primeras evidencias de una división del territorio diocesano en iglesias parroquiales.
El resultado fue una larga disputa entre las dos ciudades, que se agravó en 1180 cuando el propio papa decidió unir las dos diócesis y trasladar la curia episcopal a Alessandria.
[4] Esta decisión quedó en letra muerta, al igual que la del papa Inocencio III, quien en 1205 estableció la unión aeque principaliter de las dos sedes mediante la bula Cum beatus Petrus.
Fue intenso el intercambio epistolar entre Pedro Fauno y san Carlos Borromeo, del que emerge un cuadro de parroquias en condiciones de extrema pobreza, aunque animadas por un intenso fervor religioso.